Hoy tengo el enorme placer de presentar en esta sección a una de las blogueras que más me han marcado en los últimos tiempos. Se trata ni más ni menos que de Valentina Thörner –Valedeoro para los amigos–, autora del blog Sostenibilidad y minimalismo, minimalista, eco-alemana, consumidora responsable, personal organizer, friki productiva y aficionada de la sostenibilidad.
Sus hábitos vitales son probablemente de los que más he disfrutado leer por la cantidad de detalles cotidianos y prácticos que nos ofrece. Sin duda, todo un ejemplo a seguir, no solo en cuestiones de productividad personal, sino como modelo de lo que significa llevar una vida responsable. Os dejo con sus palabras, que no tienen desperdicio.
Hogar y familia
Cuando tu lugar de trabajo converge con el hogar, la productividad puede convertirse en un reto. Miles de distracciones que pueden parecer más interesantes a corto plazo tienen que compaginarse con lo que quieres conseguir a largo plazo.
Para no sucumbir al encanto de la playa (que queda a escasos minutos de la casa), he elaborado una visión muy clara de hacia dónde voy con mi agenda. De esta forma siempre tengo claro cuándo estoy trabajando (en el sentido remunerado de la palabra) y cuándo me estoy dedicando a los varios proyectos laterales que también dependen del ordenador. Y como aviso exterior de que estoy trabajando empleo la música.
Cuando desde mi rincón suena música psy-trance, es mejor no interrumpirme. Cuando cambio a bossanova u otros estilos más melódicos, entonces estoy “interrumpible”.
Y de este modo salgo tres veces al día a dar una vuelta por la playa. Tener un perro que reclama estos paseos lo ha vuelto un hábito sin ni siquiera planearlo. Estos paseos también se pueden hacer dos veces, para ponernos al día en pareja, lejos de lo que para mi es de alguna forma el entorno laboral. Y los domingos lo utilizamos para hacer salidas juntos.
Un día sin ordenador, en la naturaleza y con la atención exclusiva entre nosotros recarga las pilas para toda la próxima semana.
Finanzas
Llevamos un control estricto de todas las salidas y entradas de la familia. Tenemos varias cuentas: una cuenta en común que sirve para los gastos del día a día y donde entran las nóminas. Una cuenta de mi agencia para no mezclar estos dos mundos. Una cuenta para las vacaciones dónde cada mes ingresamos una cantidad fija para poder disfrutar de varias mini-vacaciones a lo largo del año. 5 fines de semana prolongados a lo largo del año para nosotros nos satisfacen más que una salida de 3 semanas en plena temporada alta.
Además tenemos una cuenta de últimos recursos donde siempre mantenemos el equivalente a 3 meses de gastos fijos. De esta forma cualquier imprevisto (tenemos familia en Alemania y Brasil) se puede resolver sin tener que preocuparse además de los gastos.
A nivel de gastos, mi lema es que cada euro es un voto y el mejor producto desde un punto de vista de sostenibilidad es aquel que no se ha tenido que producir. Siguiendo esta misma línea preferimos invertir en experiencias que en bienes fijos. Hemos decidido que no queremos comprar una casa. Preferimos vivir de alquiler (y ojalá dentro de poco en un proyecto cloudhousing) con la opción de cambiar de piso cuando el piso actual ya no se adapte a nuestras necesidades.
Invertimos en alimentos ecológicos de la región. Compramos ropa de pequeños talleres de la ciudad, donde puedo ver a quién estoy apoyando con mi dinero. Y ojalá más gente se interesase no sólo por lo que ahorra, sino también por el impacto que pueden tener sus gastos.
Trabajo
El trabajo muchas veces se mezcla con mis pasiones. He elegido construir una agencia de marketing que divulga el consumo responsable a través del trabajo con empresas responsables. No siempre está bien dividido lo que hago por pasión de lo que hago por la agencia, pero tampoco le doy mucha importancia a ello.
Me encanta la flexibilidad de poder trabajar desde casa, interrumpir mi día cuando necesito respirar un poco, y entrar en materia cuando me venga en gana, sin interrupciones ni pausas reglamentadas. Con mis colegas hacemos reuniones semanales en skype, porque no vivimos todos en la misma ciudad. Para trabajar en documentos conjuntos y para intercambiar ficheros utilizamos dropbox y google docs.
Estamos construyendo un lugar de trabajo como nos hubiera gustado tenerlo desde el principio: que combine una alta productividad (que en muchos casos depende de una buena organización) con la flexibilidad que la vida en sí requiere hoy en día.
Bienestar
Correr por la playa, salir a comer con amigos, descubrir rincones desconocidos de la región con mi marido los domingos, trabajar sentada en una pelota de yoga, son todos esos aspectos los que forman parte de mi bienestar.
Últimamente me he entusiasmado también con los masajes del método Grinberg, que busca mejorar la calidad de vida a través del tacto y de la búsqueda del origen de las posibles contracturas. Poder analizar situaciones conflictivas con una persona desde fuera muchas veces resulta en cambios de la propia perspectiva. Y te das cuenta de que siempre hay una alternativa, aunque puede que necesitemos un empujón para poder verla.
Entorno
Vivimos en un piso muy pequeño (entre la proximidad a la playa y los metros cuadrados, me quedo con lo primero), así que tengo 1,50m x 0,75m para trabajar y acomodar lo que necesita mi marido cuando utiliza el mismo escritorio en su tiempo libre.
Durante la semana sí que voy acumulando más papeles y más papeles, pero siempre llega el momento en que interrumpo lo que estoy haciendo para poner orden al caos. Las ideas fluyen mejor cuando no hay barreras visuales que desvían el pensamiento hacia ¿debería guardar esto?
Antes solía trabajar todo el día de pie, pero después de un tiempo me cansé. Lo mejor sería sin duda poder cambiar entre sentado y en pie. Y algún día tendré una mesa ajustable para ello. Mientras trabajo sentada en una pelota de yoga. Evita los dolores de espalda, fortalece los abdominales y las lumbares y además te sientes más vivo.
Productividad
Tengo una lista de tudú inspirada en el sistema de autofocus. Reúne tareas importantes y también todas las pequeñas tareas como “comprar pasta de dientes”. Para cada día elijo entre 1-3 tareas importantes (dependiendo de los compromisos que tengo fuera) que serán las primeras que trabajo.
Mido el tiempo en “teteras”. Me preparo una tetera de té verde o rooibos y voy tomándomelo mientras trabajo. Cuando la tetera está vacía hago una pausa y cambio de tarea. Así que suelen ser intervalos de 60-90 minutos.
Para cada semana pongo en el calendario solo las tareas que tienen su fecha de entrega esa misma semana. Cuando están todas tachadas, nada me impide ir avanzando las tareas que están anotadas para la semana siguiente. De esta forma siempre estoy al día y a la vez me da la tranquilidad de que si tengo que ausentarme de repente durante una semana, no tendrá efectos secundarios sobre mi trabajo y los demás proyectos.
He estado probando diferentes herramientas de productividad, pero siempre he vuelto a la lista de papel. La satisfacción de tachar una tarea hecha no tiene comparación.
Además, cada semana reviso toda la lista para quitar tareas que no tienen mucha importancia, o que son parte de una idea. Para ello sí, tengo una segunda lista de inspiración. Una vez al mes intento incorporar uno de estos elementos en la lista normal de tudú.
Al final, es la inspiración la que nos hace seguir adelante disfrutando.
Artículo original escrito por Jero Sánchez. Sígueme en Twitter.