(31/03/2011, Praga, Hospodarske Noviny, Leos Kysa)
Los silesios tienen su propio idioma, una larga historia común y viven en una de las regiones más ricas de Polonia. Hoy, sus reivindicaciones de autonomía son cada vez más apremiantes.
En Katowice, en el último congreso del Movimiento para la Autonomía de Silesia, a comienzos de marzo, se percibía un sentimiento de victoria. En este edificio que albergaba el Gobierno y el Parlamento autónomos de la región en el periodo de entreguerras, se reunían 130 delegados, algunos de los cuales vestían el traje tradicional.
“Queremos la autonomía, no porque tengamos problemas con el resto de Polonia, sino porque estamos convencidos de que así podremos defender mejor nuestros derechos y gestionar los fondos públicos. Para nosotros, la autonomía no es una vuelta atrás. Al contrario, es el futuro, es una forma de resolver la crisis política por la que atraviesan los actuales Estados naciones europeos”, afirma Piotr Długosz, un militante autonomista de 32 años.
Los nacionalistas se imponen en la región
Únicamente tras la victoria inesperada de los autonomistas de Silesia en las elecciones del pasado otoño Varsovia se dio cuenta de que tenía un problema con este territorio situado en la frontera checa. Puesto que los silesios representan una décima parte de la población polaca [es decir, cerca de 4 millones], este éxito electoral provocó una cierta conmoción entre la clase política de la capital. Sin embargo, el caso de la Polonia silesia, más en particular esta parte de la Voivodia silesia desarrollada industrialmente y rica en materias primas, lleva veinte años delante de las narices de los políticos.
“Los políticos que construyeron la nueva Polonia tras la caída de la dictadura comunista estaban convencidos, como los comunistas antes que ellos, de que un país multiétnico era menos estable que un Estado nacional unificado. Por ello han actuado así y han hecho como si los silesios no existieran”, explica Marek Plura. Este político, diputado de la Plataforma Cívica (partido en el poder del primer ministro Donald Tusk) en el Parlamento polaco, está a favor de la emancipación de Silesia, aunque se opone a su autonomía.
“Ruch Autnomii Śląska [el Movimiento para la Autonomía de Silesia] ha hecho mucho para el conjunto de los silesios”, prosigue. “Gracias a él, podemos estar orgullosos de nuevo de decir que somos silesios. También ha abierto el debate sobre nuestra historia y nuestro idioma”. Sin embargo, parece que si ha aceptado a acudir a este encuentro, no es únicamente por su origen silesio, sino también para tratar de atenuar la radicalidad del RAŚ. Pero durante el Congreso, rápidamente quedó patente que los silesios no se dejarían apaciguar tan fácilmente.
Militantes jóvenes y con formación
Jerzy Gorzelikn, nacido en 1971, es el jefe de los autonomistas silesios. Uno de sus abuelos participó en los levantamientos de los años 1919 a 1921, durante los cuales los silesios, cuyo territorio estaba entonces unido a Alemania, lucharon por su independencia. Este doctor en Historia del arte no tiene en absoluto la imagen de un líder carismático. Parece más bien de un hombre discreto, cuyo perfil encaja con la imagen que se puede tener de un profesor universitario, sin duda nada que ver con la de un jefe de un movimiento separatista.
“La autonomía es nuestra principal línea de programa y no vamos a renunciar a ella en ningún momento”, apunta cuando le pregunto si no ha llegado el momento de calmar un poco el juego, ya que su movimiento forma parte ahora del gobierno regional.”Con Varsovia, deseamos únicamente conservar en común la defensa, la política extranjera, la moneda y una infraestructura nacional. El resto, sobre todo la fiscalidad, debería ser competencia del Gobierno autónomo”. Reconoce que si los silesios desean controlar la gestión de los ingresos de los impuestos locales, en parte se debe a que su región es una de las más ricas de Polonia.
Son ellos los que financian a las regiones pobres situadas en la frontera con Ucrania y es evidente que son ellos también quienes alimentan a toda la maquinaria burocrática nacional. “Pero que quede claro que no pretendemos renunciar al sistema de solidaridad con respecto a las demás regiones de Polonia. Deseamos ante todo que la transferencia de dinero hacia estas regiones, al igual que hacia la caja central, se realice con transparencia. En su opinión, actualmente “nuestro dinero desaparece por un agujero negro”.
Los silesios checos, menos ruidosos
”Es cuanto menos curioso que a los checos no les interese en absoluto lo que ocurre en sus fronteras. Sin embargo, ocupan una parte del territorio de la Silesia histórica y para nosotros son vecinos importantes”, se sorprende un delegado. Se muestra extremadamente sensible ante el hecho de que el águila de Silesia figure en el emblema nacional checo y se pregunta cómo han logrado imponerla los silesios checos. Me cuesta explicarle que, al contrario que sus primos polacos, los silesios checos no reivindican ninguna forma de emancipación.
Jerzy Gorzelik estima que el estatuto de autonomía de Silesia debería concederse de aquí a 2020, según los mismos parámetros establecidos hace 70 años. En aquella época, el gobierno autónomo silesio disponía de su propio presupuesto, votaba sus propios impuestos, así como ciertas leyes. Esto es precisamente a lo que aspiran hoy los silesios.