Me encanta el diálogo entre el arte clásico y el arte contemporáneo y el pasado fin de semana pude ver de primera mano una nueva muestra de lo bien que funciona esta mezcla.
La Catedral de St Paul en Londres es uno de los edificios clásicos más importantes de la ciudad. Construida a finales del siglo XVII sobre las ruinas de una antigua Catedral medieval, es la sede de la diócesis anglicana y del obispo de Londres.
Es un edificio precioso e imponente situado a la orilla del Támesis, justo enfrente de la Tate Modern con quien se conecta a través del Millenium Bridge diseñado por Norman Foster y Sir Anthony Caro.
Esta cercanía entre la Catedral y la Tate Modern ha dado lugar a una relación de colaboración entre ambas instituciones que ha dado lugar a la creación específica e instalación permanente en un lateral, de una obra del reconocidísimo video artista americano Bill Viola.
Se trata de Martyrs (Earth, Air, Fire, Water) 2014, una instalación formada por cuatro pantallas de plasma en las que se muestran a 4 personas de modo individual – 1 mujer y 3 hombres- sufriendo el ataque de la fuerza bruta de la naturaleza, de forma sincronizada.
La escena es sobrecogedora. El hecho de estar en el interior de una catedral hace que tu disposición inicial sea de recogimiento, análisis interior y sobre todo, de respeto. La contemplación de esta obra aumenta todas estas sensaciones iniciales y provoca otra increíbles: desasosiego, inquietud… es realmente increíble el efecto que provoca.
Cada uno de los mártires asiste impasivo a una brutal agresión por parte de la tierra, el aire, el fuego y el agua, dentro de una coreografía perfectamente coordinada y aún dentro de su brutalidad, bella. Una conmovedora experiencia que merece la pena que no te pierdas.
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