Revista Cocina

Los tintos de la Ribeira Sacra, más modernos que nunca

Por Rumbovino @rumbovino
Esta nota fue escrita para la primera entrega de la revista digital de vinos VINARQUÍA de nuestro amigo Ariel en el mes de Octubre pasado, que cuando nos ofreció participar de su nuevo proyecto ni lo dudamos. La idea es aportar nuestras vivencias enofílicas desde un pequeño rincón del viejo mundo del vino.
" España es el primer productor mundial de vino con más de 50 millones de hectolitros elaborados en el 2013 entre todas las DO peninsulares y no peninsulares ¿Por dónde comenzar entonces? Pues, a pesar de semejante diversidad y abundancia, tomar la decisión sobre qué región abordaríamos en esta primera nota fue muy sencillo. Escribiríamos de lo que mejor conocemos, sobre la tierra que pisamos, la que más nos toca el corazón, la Ribeira Sacra. Hay muchísimo para contar de este lugar, mucho más de lo que ya se ha escrito hasta ahora.
En esta nota hablaremos sobre sus vinos tintos. Es que en esta zona de Galicia regada por los Ríos Miño y Sil, todos los vinos tienen una impronta inconfundible más allá de las cualidades que busquemos. En líneas generales, los tintos de la Ribeira Sacra se definen con patrones muy comunes. Son verticales, de gran pureza, frescos (de acidez media alta), con mucha presencia de fruta roja pequeña y notas herbales, de alcoholes escasos y una mineralidad que a veces abruma. Estos atributos, actualmente tan buscados y valorados en lo que parece ser la nueva tendencia en el mundo del vino, caracterizó siempre los caldos de esta región, durante mucho tiempo denostados por los consumidores de los grandes Riojas o Riberas del Duero.
Pero lo mejor de esto es que uno no debe gastarse 25 o 30 € para encontrar “eso” que hoy tanto se paga en un vino. Con unos pocos euritos los amantes del elixir nos pegamos un viaje al centro de la Ribeira Sacra sin retorno posible, se lo aseguramos. Con ese ridículo desembolso los consumidores tenemos acceso a vinos “auténticos”, de verdadero terruño, vinificados casi sin intervención, fermentados con levaduras indígenas y sin tocar, este jugo, siquiera una sola duela de roble. Las bodegas más tecnificadas, que las hay, respetan a rajatabla estos principios y solo interfieren con grandes fudres o barricas de roble muy gastadas. Eso que hoy tan valorado y que está marcando tendencia luego de épocas oscuras, aquí en Galicia existió siempre. Los gallegos y su tierra estuvieron, por cuestiones geopolíticas entre otras..., un poco aislados del resto de España. Aquí todo siempre llega más tarde. Las comunicaciones, las autopistas, la tecnología y hasta la crisis... 

...Pero para equilibrar la balanza, este aislamiento permitió que los viticultores de estos bancales dispuestos sobre pendientes imposibles no se enterasen de la moda de las bombas dulces, maderosas, concentradas y supermaduras que dominaron el mercado vitivinícola mundial durante muchos años, de manera que cuando al fin se animaron a subir a este tren de la “modernidad” restaurando y actualizando las bodegas, lo hicieron manteniendo su vieja identidad sin apenas contaminarse de las demandas de los críticos y los mercados.

Nadie miraba para los viticultores, quienes siguieron por siglos su lento caminar, sangre labriega, supervivientes de una dura y trabajosa historia de “inviernos” difíciles. ¿Quién les va a venir a ellos con “esto es lo que se lleva ahora”?
Luego de mucho tiempo de estar en Galicia y convivir con su gente, entendemos porqué a los paisanos, profesionales catadores sin estudios, a la hora de beber el vino ni se les ocurre cambiar su tinto por otro que no sea el de la tierra, el que siempre bebieron y con el que se criaron, en definitiva... el vino verdadero, el que les daba vigor y fe, el que estuvo a punto de desaparecer para siempre".

Los tintos de la Ribeira Sacra, más modernos que nunca

Gracias por leernos amigos,Salutes, Rumbovino.Difundiendo la cultura del vino y en favor del consumo moderado.

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