Ayer domingo por la mañana en la zona de Moniello me encontré también con mi compañero Iván fotografiando trigueros. Y es que toda la campiña entre las ensenadas de Moniello y Bañugues es una zona perfecta para la observación de esta especie, el escribano triguero (o triguero de toda la vida) Emberiza calandra. Había varios machos, como este que me estuvo deleitando un largo rato.
El canto del triguero es inconfundible, un trino apagado similar al arranque de una máquina que emite de forma incansable. En muchas zonas del sur es una de las músicas de fondo de cualquier hábitat abierto (cultivos abiertos, dehesas, pastizales...). Aquí en Asturias se escucha sobre todo en la campiña costera.
Los trigueros llegan temprano, ya que invernan en la Península Ibérica, de hecho este invierno se observó alguno en enero. Pero a mí me da la impresión de que esta primavera se han retrasado un poco más, quizá a primeros de abril. Pero la mayoría ya han llegado. Estos primeros días se dejan ver muy bien, ya que los machos están marcando su territorio, en esta zona de Moniello se pueden ver varios machos en zonas vecinas.
Para cantar no desdeñan ningún posadero, como por ejemplo una pequeña planta herbácea.
Ni les molesta la compañía de otros vecinos que comparten el mismo hábitat, como un macho de lavandera boyera.
A medida que vaya avanzando la estación de cría los trigueros se volverán más esquivos.