En el marco de la muestra C-32 Sucursal. La Ene en Malba, Luis Camnitzer presenta El museo es una escuela (2009-2014), una instalación site-specific que se modifica según su emplazamiento en las fachadas de diferentes instituciones artísticas. El texto completo de la obra permite leer: “El museo es una escuela: el artista aprende a comunicarse, el público aprende a hacer conexiones”.
La obra sistematiza la práctica educativa que el artista ha trabajado en las últimas décadas: escritos, conferencias y proyectos artísticos. En cada contexto la frase se resig- nifica, predispone al espectador que ingresa al museo y construye una actitud en el visitante que lo ubica como un punto central en el proceso educativo del arte.
A continuación el propio artista explica la historia y el alcance del proyecto:
-¿Cómo surgió la idea de El museo es una escuela?
El proyecto surgió de un intercambio que tuve con un director de museo con el que estaba trabajando, quien cuando sugerí proyectos educativos para incorporar en una muestra me dijo: “Esto es un museo, no una escuela”. En broma, pero como vengan- za, agarre una foto de la fachada del museo y le planté las frases de “el museo es una escuela” a gran escala con Photoshop, y se la envié. En el proceso me di cuenta de que era una obra que me interesaba más seriamente.
-¿En qué instituciones se presentó?
En ese momento, tenía una muestra organizada por Daros en el Museo del Barrio en Nueva York y ofrecí hacerla allí; Deborah Cullen, la curadora, aceptó entusiasmada. Todavía está instalada. Después acompañó la muestra en ocho de sus paradas. En total ya estuvo instalada en una quincena de museos. Está instalada permanentemente en el Museo de la Memoria y Derechos Humanos en Santiago de Chile, y en la colec- ción permanente de otros tres museos. Entre ellos está el Museo Guggenheim de Nueva York, que no la instaló porque el proyecto sería muy caro para ellos, pero hizo una postal oficial que se vende en la tienda.
-¿Cómo funciona la dinámica entre el proyecto y la institución que lo aloja?
El proyecto trata de forzar al museo que acepta a hacerlo a que establezca un contrato de servicios con el público sobre cómo se va a comportar de allí en adelante. Implica que se dedicará a hacer muestras dentro de un espíritu educativo y no funcionar me- ramente como un depósito de obras coleccionadas en honor de los dueños y los conse- jos de directores. Se trata justamente de minimizar la huella del ego y acentuar la fun- ción pedagógica. Es por eso que insisto en que la obra pase a ser institucional y no como expresión de mi arte, para que el público pueda exigir una rendición de cuentas si percibe que la institución está traicionando el espíritu de la frase. Es por eso que la tipografía es la que normalmente utiliza el museo, el diseño está hecho por el equipo de diseño de la institución y existe un compromiso de publicar una postal “oficial”. Es obligar a las instituciones a que dejen de funcionar como mausoleos erigidos en honor de algún individuo o individuos, o de una clase social, y entrar en un contrato social que redistribuya el poder. Ya sé que no va a pasar nada, pero si uno no trata de afec- tar cambios es peor. Así, por lo menos el público sabe qué derechos tiene y con suerte presiona a las instituciones para que cambien, o para que si no cambian por lo menos queden expuestas en su hipocresía
Fuente: Prensa Malba.