Esta semana no hay receta, no porque no haya preparado nada, que no he parado en la cocina, pero sí que hay entrada, y es que el viernes recibí un encargo un poco precipitado pero muy muy especial. Así que las fotitos se han reservado para estas galletas decoradas de Mafalda.
A veces te encuentras con peticiones inesperadas y sorprendentes, y este ha sido el caso, porque nunca pensé que me pidieran unas galletas de Mafalda. Siempre cuentas con encargos un poco más infantiles, y aunque Mafalda sea una niña, pues es un personaje de otras generaciones ya más maduritas.
Acepté muy rápido, me pedían muy poquitas galletas (sólo 6), pero al momento, volviendo a casa en el coche y mientras iba hablando con mis hijos de cómo había ido el día le iba dando vueltas al coco, por un lado porque tenía otras cosas que hacer y no sabía si me iba a dar tiempo, y por otro lado no tenía ni idea de cómo meterle mano a estas galletas, vamos que no sabía por dónde empezar.
Normalmente tengo más tiempo para ver fotos del personaje o galletas hechas por otras personas para inspirarme, pero en esta ocasión todo tenía que ir rápido porque quería tener algo de tiempo para otras cosas pendientes.
Quien me las pidió y como ya hice con otras que le preparé quería que cada galleta tuviera un gesto diferente, así que el reto se complicaba un poco más. Así que me puse manos a la obra sin pensarlo mucho más para no echarme para atrás y ha salido lo que veis.
Ya que el reto me daba la oportunidad quería plasmar esas dos caras de Mafalda, ese lado amable y sonriente y el otro más rebelde y atrevido. A todos nos ha llamado la atención alguna vez su visión del mundo y sobra decir que en algún momento nos ha obligado a esbozar una sonrisa.
La verdad es que han salido como solas de mis manos, no sé como explicarlo. Es que siempre surge algún contratiempo, que si la masa no sale tal y como me gusta y me cuesta más trabajarla, o se rompe alguna galleta en el último momento, o tengo que salir deprisa y corriendo porque me falta fondant, o spray desmoldante, o algún colorante, o lo que sea...Pero para mi sorpresa esta vez no, era como si estuviera embrujada y saliera todo bien y a la primera.
Menos mal, porque aunque siempre cuento con que algo ocurrirá, el mal rato no me lo quita nadie, así que cuando las vi terminadas y puestas con todo el mimo en su cajita para regalo casi ni me lo creía.
Pues ya está, ya os he contado la historia de estas galletas, espero que la destinataria las haya disfrutado de lo lindo porque lo cierto es que se trata de un detalle de lo más romántico por parte de quien me las ha pedido. A ver si os gustan a vosotras. Besotes.