La magdalena: la reina del desayuno. El problema, a veces, viene al tratar de encontrar la receta perfecta, con el gusto tradicional, esa magdalena, que tras un buen bocado, se quede grabada en la memoria gustativa.
Dicen que entre la grasa y el azúcar se define una buena magdalena. A pesar de los trucos habidos y por haber, siempre recurrimos a la materia prima de calidad como la base inamovible de este bocado.
La propuesta de hoy es sencilla y al alcance de todos, hasta principiantes. Te daré una serie de truquillos que a mi me funcionan y espero que a ti también. Evitemos los dulces comprados con conservadores y potenciadores de sabor cuando disponemos de buenos ingredientes incluso sin tener que ir expresamente a comprarlos.
¿Sin embargo, donde reside la magia de conseguir el famoso copete? Hay varios pasos que no se deben olvidar: el batido de los huevos enérgicamente para que la masa contenga mucho aire, la levadura mezclada con la harina antes de incorporarla al huevo y, sobre todo, el choque térmico de temperaturas cuando la magdalena entra al horno. Una masa refrigerada previamente, esto es bien fría, que entra al horno muy muy caliente (solo durante los primeros minutos de la cocción). Y sobre todo, no olvides que no se puede abrir el horno mientras se están haciendo o las magdalenas se «asustarán» y se bajarán totalmente. Para algo tenemos un cristal en la puerta de los hornos ¿no? vamos con la receta.
Ingredientes (salen 18 magdalenas)
- 4 huevos talla M
- 150 g de azúcar y algo más para espolvorear la superficie
- 240 g de harina floja
- 130 ml de aceite de oliva suave
- 60 ml de leche
- 1 sobre de levadura de repostería
- 1 pizca de sal
Algo que hay que tener en cuenta es que los ingredientes tienen que estar a temperatura ambiente.
Batir huevos con el azúcar, 3 minutos a velocidad media.
Tamiza la harina con la levadura y la sal y añádela poco a poco a la mezcla de los huevos.
Incorpora la leche y finalmente, el aceite en un hilo hasta que tengas una masa homogénea.
Deja que repose la masa en la nevera al menos durante media hora.
Reparte la mezcla en cápsulas de papel para magdalenas colocadas en moldes rígidos al 2/3 de su capacidad. Espolvorea con azúcar humedecida con unas gotas de agua para conseguir una costra crujiente.
Precalienta el horno a 250º con calor arriba y abajo, hornea a 200º los primeros cinco minutos y luego baja el calor a 180º durante unos 20 minutos, vigilando que no se quemen.
Verás la magia. Pones la cesta y al momento, desaparecen.
Una vez hechas, consérvalas en una lata hermética para evitar que se endurezcan.
No podrás resistirte a comer una sola.
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