Revista Cine

Magia a la luz de la luna

Publicado el 05 diciembre 2014 por Josep2010
Magia a la luz de la luna
Felicitaciones. Lograste enemistarte con todos en una sola tarde.

Ha vuelto. 
No estoy muy seguro de la bondad de la afirmación, pero puede decirse que Woody Allen ha vuelto con su estilo personal, su forma de escribir rápida y brillante, ligera y con segundas lecturas sabrosas. Después de algunas variaciones que no han acabado de funcionar con la legión de cinéfilos que esperan cada año degustar una película de Woody, en este triste año 2014 podremos decir que al final nos hemos sacado la espinilla que nos incordiaba con un Allen auténtico.
En su última película, Magic in The Moonlight (Magia a la luz de la luna) parece haber una cierta recapitulación, una vuelta a la costumbre, a la rutina que funciona en la pantalla y satisface al espectador y más al cinéfago que esta temporada ha podido salir en escasas ocasiones satisfecho de la sala oscura.
La doble condición de Allen de escritor y director le confiere sin duda la titulación de autor y su abundante filmografía permite al cinéfilo avezado mantener fácilmente en su memoria unos rasgos definitorios y esperables, lo que quizás ocasionalmente haya producido en el estajanovista judío neoyorquino una sensación de agobio que, según dijo, apaciguaba tocando el clarinete con sus amigos, su declarada pasión, el jazz.
Como músico Allen no es sobresaliente pero se me ocurre que su afición de alguna forma ha trascendido en su obra cinematográfica y más allá de las excelentes bandas sonoras con que acompaña sus historias y sus imágenes podamos concluir, mirando el mapa histórico de sus trabajos, que como buen amante del jazz de vez en cuando experimenta nuevas sensaciones y también, de vez en cuando, vuelve a los conceptos clásicos, como quien ejecuta un solo a la búsqueda de un lamento original y acabado, retorna a la melodía básica.
Magia a la luz de la luna
La envidiable sencillez aparente de la tradicional escritura de Allen vuelve a sus fueros en esta comedia de corte clásico inspirada claramente en las piezas románticas del teatro londinense de principios del siglo pasado, gloriosos años veinte, con unos protagonistas de clase acomodada que observan cuidadosamente a dos intrusas que provienen, cuidado, de clases bajas desconocidas de origen pero dotadas de poderes sobrehumanos, inexplicables: Stanley es un británico arisco, escéptico y racional que se dedica con gran éxito a la magia profesional presentando su espectáculo caracterizado del mago chino Wei Ling Soo y le vemos triunfar en el teatro de Berlín cuando su amigo Howard, tan británico como él y casi que igual excelente mago, le requiere a fin que ambos se trasladen al sur de Francia, a la lujosa Costa Azul, con el objetivo de proceder a desenmascarar una espabilada jovencita que asegura tener contacto con los muertos y se dedica, naturalmente, a comunicarse con los fallecidos más acaudalados que encuentra a su paso, recalando en la mansión de la viuda de un financiero de Pittsburgh: la joven Sophie, también estadounidense, va acompañada de su madre y tiene completamente enamorado al joven Catledge, así que Stanley, acuciado por Howard, se trasladará a Francia, donde aprovechará para saludar a su querida tía Vanessa, rica solterona que también pasa la temporada de verano en Francia. El mago, científico racional y ateo emprende una vez más su cruzada contra los espiritistas.
Lo que sigue a continuación, desarrollo de la trama ideada por Allen, es una excusa para ofrecer con cierta hilaridad e ironía la acostumbrada muestra ideológica del autor, no por conocida falta de interés. Si el resultado fuese una película aburrida, no dolerían prendas achacando la falta de novedad en el planteamiento ni la escasa originalidad de la propuesta, pero lo cierto es que cualquier amante de las comedias bien escritas hallará gozo en la forma que Woody domina como pocos en esta época mediante diálogos que precisan el oído presto y la atención despierta: para la ocasión, diríase que el autor se ha inspirado directamente leyendo a Wilde, porque en diversas ocasiones adorna su vitriolo al uso del célebre escritor, seguramente con toda la intención para reforzar el entorno en el que nos presenta su historia.
El talento de guionista avezado de Allen le permite condensar en poco más de hora y media (la medida aúrea cada vez más escasa por incapacidades manifiestas)asuntos tan dispares como las diferencias de clases sociales, la credulidad y el escepticismo, saludables y agónicos a un tiempo, la imposibilidad de resistirse racionalmente al amor sobrevenido y la necesidad perentoria de replantear una visión de la vida en aras de la prosecución de una felicidad incierta perteneciente a un futuro desconocido, todo ello con la ligereza oportuna para no caer en disertaciones analíticas propias de psicoanalistas de salón ni lamentaciones desesperadas como en otras ocasiones ha formulado el carismático director que en esta ocasión se dedica con todas sus fuerzas a dirigir un elenco entregado a su causa como suele ser habitual.
Los británicos Colin Firth como Stanley y Eileen Atkins como la tía Vanessa y Simon McBurney como el también mago Howard ofrecen juntos los momentos que más recuerdan la clásica comedia wilderiana y la intrusión de la joven Emma Stone como la espiritista Sophie, junto con la siempre eficaz Marcia Gay Harden como su madre aportan ese aire americano popular un punto fuera de lugar en la Costa Azul, tanto como excesiva se antoja la realidad de los ricachones Catledge, interpretados por Jacki Weaver y Hamish Linklater.
Emma Stone es la apuesta arriesgada de Woody como lo fueron antes otras actrices, siempre atractivas más que bellas: Emma está un poco verde para el papel que le ha caído en gracia aunque sus ojazos la salvan y cabe esperar al año que viene porque repite; sus envidiables veintiséis años (seguramente veinticinco en el rodaje) son un obstáculo para el papel que representa según algunos comentarios, pero es bien cierto que una actriz con más veteranía otorgaría una proyección más poderosa y creíble pero también menos ligera y más cuerda y tengo para mí que Allen no alberga dudas al respecto.
Woody se rodea en primer lugar de buena música: para la ocasión añade al jazz escogidos fragmentos de Stravinsky, Beethoven y Ravel usados con inteligencia para acentuar apropiadamente momentos especiales y además cuida con esmero la ambientación y el vestuario: le consta que el entorno ayuda no poco a situar al espectador y más allá del exquisito cuidado con las damas también los caballeros reciben atenciones de Sonia Grande, diseñadora ovetense a la que ya Woody recurrió en tres ocasiones anteriores: un trabajo excelente, notable por la variedad, la elegancia y la modestia. En lo que no es modesto Allen es en la colección de automóviles de época que usa, un divertimento más para la vista que se recrea en todo lo físico sin poder dejar de atender al discurso que se formula con ligereza y sin tiempos muertos.
El tiempo es oro y Woody es plenamente consciente que la condensación requiere un ritmo que él sabe cuidar como pocos: sin atropellarse ofrece su trama y la presenta con fuerza visual estudiada, sin alharacas pero usando cada plano en función de las necesidades procediendo luego a un montaje modélico, propio de los maestros clásicos que no temían a la tijera: el resultado son menos de cien minutos de cuento divertido ofrecido con una fotografía ajustada incluso en el tamaño panorámico que nos devuelve la sensación de asistir a una película clásica, romántica, de aquellas que te hacen pasar un buen rato y que luego, mascándola, te va dando nuevos sabores, siempre muy digestibles.
En definitiva, lo que todo cinéfilo veterano puede denominar "una película de Woody con todas las de la ley" y creo que con esto poco más hay que aseverar: únicamente dar las gracias al viejo director por su perseverancia elevando si cabe un poco el paupérrimo nivel del año. Visto lo visto hasta este último mes del año, diría que, para quien haya llegado hasta aquí, es imperdible.
Se me olvidaba: la luna, es creciente....
Tráiler nada peligroso, o sea, buena publicidad, a elegir:
Doblada
V.O.S.E.
plus: Artículo referido a Sonia Grande y su intervención en esta película.

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