Revista Vino
Casi repetiría el post del año pasado... Porque en esencia nada ha cambiado dentro de mí cuando pienso en Mallorca y cuando, a pesar de los pesares, termino volviendo a ella cada año. Pero éste será distinto, lo intuyo. Volvemos al interior, volvemos al campo, volvemos a la concentración de esencias que ese campo mallorquín ofrece a quien sabe escuchar y ver. Hace unos años fue Sineu. Dos años seguidos en el campo teniendo como distracción mayor la caza del cernícalo (la silla bajo una higuera) y el "campo de batalla", campo y cielo como televisor, marcan. Este año estamos en Porreres, tierra donde la cultura del campo no se ha perdido tampoco. Si Sineu tiene uno de los mayores mercados de la isla, Porreres vive el policultivo del albaricoque y de la uva con alegría y pasión. Habrá amigos cerca, habrá ocasiones para descubrir nuevas bodegas y vinos, habrá momentos para comidas y cenas donde nos sentimos más cómodos y donde nos tratan como si fuéramos de la casa, habrá momentos para descubrir también nuevos restaurantes en los que sentir que Mallorca es mucho más que mar y playas.
Porque Mallorca es mar, por supuesto, y sal y vientos frescos y playas que pocos pisan y aguas que casi nadie se atreve a penetrar. Pero Mallorca es mucho más. Mallorca es un sentimiento para los que vivimos el Mediterráneo como cultura. Isla mayor, isla donde perderse, isla de trigo y campo, isla de vegetales y verduras, isla de vino y fruta, isla de patatas y cebollas, isla de pimientos y gambas, isla de montes y llanos, de cerdos y ovejas, isla de perros y pájaros, isla de sonrisas y meditación, de tiempo y pausa, isla de harina y aceite, de cítricos y pimienta, isla en la que dar con el corazón de las cosas no es tan complejo. Isla culta, isla sabia, isla de lecturas y escrituras. Isla que guarda como un tesoro una de las palabras que más me gusta: "acorar". El verbo nace del corazón, "cor", y tiene en el catalán de Mallorca un sentido más bien negativo. Con él se da la puntilla al cerdo, se llega con el cuchillo al corazón de las cosas... Con él, y aquí me quedo yo, se describe cómo algo ha penetrado profundamente en tu cuerpo y permanece cerca del corazón. Así escucho yo a Mallorca dentro de mí: como un sentimiento. Nos vamos. Volvemos.