Revista Comunicación

Marca personal, prestigio, reputación: ¿Cuidas la tuya?

Por Marperez @Mari__Soles
Imagen gratuita y libre de derechos obtenida en Unsplash (https://unsplash.com/thomasbrault)

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Hoy releía el artículo de Sandra Mateusacerca de la importancia de cómo proyectamos al mundo nuestra propia imagen, de la autoestima y del papel del lenguaje en nuestro propio proceso de pensamiento interior para encarar “lo externo”. Cuando, allá por 1999 (¡cuántos años han pasado!) Tom Peters publicó por primera vez su obra “50 claves para hacer de usted una marca” y se convirtió en el “inventor” del término empresarial de

 marca personal

(“personal branding” en su idioma original), en realidad, solo estaba usando un concepto que ya existía. Su gran acierto consitió en saber utilizar las palabras adecuadas para darle un nombre y convencer al resto de que estaban escuchando una idea innovadora que les haría alcanzar el éxito. En realidad, estaba hablándoles de algo que existe desde siempre:

 prestigio

Peters, sin duda, es un buen ejemplo de cómo el dominio del lenguaje y la comunicación efectiva son la base del éxito a la hora de vender ideas, servicios o productos. Las personas, especialmente en el entorno capitalista, somos, cada una de nosotras, tan susceptibles de ser consideradas especiales e innovadoras como nuestra reputación y nuestra capacidad de entusiasmar a otras (sobre todo, con las palabras y la imagen personal para la primera impresión) nos lo facilite, y Peters lo comprendió e hizo de su visión un producto (la expresión “marca personal”) que se ha mantenido en el mercado hasta nuestros días y ha dado lugar a subproductos, como el de

reputación online 

En Internet podemos encontrar cada vez más herramientas cuya finalidad es, precisamente, la de monitorizar la “reputación online” de una marca (personal, empresarial, etc.). Se basan en la medición de nuestro impacto social según la extensión y frecuencia de nuestra presencia en webs, blogs, redes sociales, etc., así como de la retroalimentación que recibimos. Es decir: analizan nuestra participación en Internet y la influencia que conseguimos mediante su uso.

Algunos ejemplos (gratuitos): Klout, Buzzmonitor, Reppler, etc.

Esto nos puede servir no solo para alimentar nuestro ego durante un ratito o para elaborar un perfil profesional, sino, también, para descubrir algún “recuerdo” que querríamos enviar al baúl del olvido cuanto antes.Gracias a las leyes de protección de datos, ahora es más sencillo hacer una “limpieza de imagen”, al menos, en lo que a la reputación online se refiere, y elegir qué datos pueden seguir publicados y cuáles preferimos (por el motivo que sea) rescatar del dominio electrónico público y guardarlos solo para nosotros o eliminarlos definitivamente y volver a empezar desde cero (o casi) con mejor pie.

Lo importante, a la hora de construir y cuidar nuestra reputación (o marca o prestigio, como queramos llamarlo), tanto en el contexto virtual como en el físico, es hacer uso de la

prudencia

y no dar descanso a nuestras neuronas. Relajarnos es, sin duda, invitar al descuido… y siempre habrá algún “troll” dispuesto a pasárselo bien a nuestra costa. Debemos tener siempre muy presente que en Internet también estamos interactuando con personas reales, no solo con nuestro teclado y nuestra pantalla en la intimidad de nuestro hogar (por poner un ejemplo), así que debemos mantener la guardia alta, nunca bajarla, y tomar nota de todas las recomendaciones que los especialistas (como Google, que nos ofrece muchos consejos útiles en su Centro de seguridad) y quienes ya tienen algo de experiencia (por suerte o por desgracia, como esta que escribe) pueden aportarnos:

  1. Protege los dispositivos que utilices. Usa cortafuegos, antivirus, suscríbete a las actualizaciones de los programas que utilizas, usa alguna aplicación que te facilite el mantenimiento del aparato. Descarga programas solo de las páginas oficiales.
  2. Usa contraseñas. Emplea contraseñas diferentes para cada sitio. Dale rienda suelta a tu creatividad: invéntalas, no uses palabras reales, y combina caracteres diferentes (letras, números, mayúsculas, etc).
  3. Revisa la privacidad de lo que publiques. No ahorres tiempo a la hora de dedicárselo a asegurar tu seguridad y la de tus seres queridos: revisa quién tiene permiso para ver, comentar, editar, compartir, descargar, etc. lo que estés publicando. Si es necesario, busca la manera de bloquear accesos. Recuerda: ¿invitarías a cualquiera a quedarse en tu casa, durante un fin de semana, cuidando por ti a tu familia, a tus hijos, a tu mascota, tus cosas? ¿Le darías el número de tu cuenta corriente a cualquier desconocido? Piensa en esos mismos términos antes de regalarle al mundo una foto de tus hijos, escribir tus datos en un formulario, anunciar dónde vas a estar o cuándo te vas a ir de vacaciones, etc. Sé responsable.
  4. Conoce y respeta la Netiqueta. Aunque Internet sea un invento reciente, hace tiempo que la comunidad tiene su propio código de conducta, que se usa para facilitar las buenas relaciones y evitar, en la medida de lo posible, roces e incomodidades varias entre sus miembros. Si quieres ahorrarte problemas y malentendidos, la netiqueta puede ayudarte a quedar muy bien y, como consecuencia, a mejorar tu reputación.
  5. No alimentes al troll. Es algo en lo que, alguna vez, todos/as podemos caer, porque los “trolls” son esos personajes que disfrutan provocando en el resto incomodidad, rechazo, rabia, etc. Saben cómo tocar el punto débil de casi cualquier persona para conseguir reacciones negativas. Y, cuando lo consiguen, se sienten poderosos y quieren más. La mejor actitud que puedes tomar cuando te encuentres en esa situación es ignorarlo. Pero, si por cualquier circunstancia, te ves en la obligación de tener que responderle, mi consejo es ponerte una “máscara” de diplomacia y expresarte en los términos más neutrales y, en todo caso, amables o fríos, que puedas. Nunca, jamás, entrar en el juego de los descalificativos, el lenguaje grosero o los ataques personales. Si no puedes contenerte, espera. Respira, desconecta, sigue con tu trabajo o tus estudios, escucha música que te guste, come algo dulce, busca chistes en Google, llama a tu mejor amigo, juega con tu mascota, hazles cosquillas a tus hijos, ponte a limpiar la casa… cualquier cosa, menos caer en la trampa de un troll. Nunca sabes quién está frotándose las manos sin caes, esperando el momento de empezar a bailar sobre el cadáver de tu prestigio personal.
  6. Sincronízate con tus musas. Aquí me van a mirar muchos/as con cara de escepticismo, sobre todo, quienes siguen al pie de la letra los consejos teóricos sobre posicionamiento online. La verdad, y te lo digo con toda la sinceridad del mundo y desde mi experiencia personal, es que lo que más va a gustar de ti es lo que realmente salga de tu alma. Internet no es un medio tan frío y calculado como algunos piensan. Si quieres cuidar tu marca personal, debes empezar por dar paso a tu inspiración. Sigue tus sueños, moldéala a tu gusto, exprésate, libera tu creatividad… pero no fuerces nada de eso. Se notaría, y crearía una barrera entre tú y el resto de navegantes, en lugar de ser el puente que te permita conectar con nosotros. ¿Quieres construir una pared de hielo a la que pocos quieran acercarse, por muy transparente que sea, o una ventana desde la que puedan asomarse y ver lo que quieres mostrarles antes de abrirles la puerta? Piénsalo.
  7. Interactúa. Los tiempos en los que bastaba con tener una web a modo de escaparate de una marca ya pasaron. Desde hace años, gracias al éxito de las redes sociales (sobre todo, tras la campaña electoral de Obama a través de Facebook y MySoace en 2008), si quieres construir una buena reputación online, debes tener presencia activa en estas. No basta con publicar lo que te represente: también debes permitir (y moderar) comentarios, opiniones, preguntas, sugerencias, responder de la mejor manera a todo ello, y, además, hacer tú también lo mismo en los sitios de otras marcas. Debes estar mostrando la mejor versión de ti mismo/a constantemente, y, créeme, es un ejercicio muy edificante. ¡Vale la pena!
  8. Recuerda que formas parte de la red. Desde el primer momento en el que te hiciste cliente de algún proveedor de Internet y conectaste tu dispositivo, ya has entrado a formar parte de la red de redes, es decir, de Internet. La red no es un objeto concreto que exista en algún lugar específico, que nos provea a todos/as de sus servicios. La red la formamos todos/as: tanto los proveedores, como los servidores, como nuestros dispositivos, como nosotros/as, los/as usuarios/as. Por eso se llama así, “red de redes” o “internet”. Cuando te conectas, para poder identificarte como cliente, se te adjudica un código numérico (IP) y a cada uno de tus dispositivos, además, se les reconoce por el nombre que tengan de fábrica o el que tú le hayas asignado, si lo hiciste. De esa forma, el proveedor puede llevar un control de tu uso y de tu gasto, pero, además, todo lo que hagas queda registrado bajo esa especie de huella digital tuya. Por eso, ten mucho cuidado con lo que haces… o con lo que otras personas con acceso a tus dispositivos y/o cuentas puedan hacer. Si te preocupa, vuelve a leer los puntos anteriores. Imagina lo que podría pasar si otra persona, alguien sin escrúpulos que no sintiera mucha simpatía por ti, pudiera sentarse en tu sitio y usurpar tu identidad online.
  9. Elige bien las compañías. Y con “compañías” me refiero a contactos, co-administradores/as, etc. Esas listas que Facebook llama “amigos” deberían llamarse, en realidad, “contactos”. A veces nos dejamos llevar por la buena fe y confiamos demasiado en personas a las que, si las conociéramos de verdad, en la vida real, no les permitiríamos ni una sola llamada de teléfono personal. Todos/as merecemos una oportunidad, y hasta dos o tres, pero… sé precavido/a. Elige con mucho cuidado lo que les cuentes, lo que compartes con cada uno/a de ellos/as, haz listas diferenciadas según la confianza que te merezcan para asignarles diferentes niveles de privacidad, y, sobre todo, no escribas nada que no podrías decir cara a cara sin hacer daño a nadie. Sobre todo, a ti mismo/a. Imagina que un día, algún pirata hackea tu cuenta y las de tus contactos, y quedan abiertos al público todos tus comentarios privados, tus conversaciones, las fotos o vídeos que has enviado o recibido… ¿te quedarías tranquilo/a? Pues te doy una noticia: las redes sociales, blogs, webs, etc., no funcionan por arte de magia. No son completamente automáticos. Hay equipos de personas reales detrás, con acceso a todo lo que tú y tus contactos hagan, por muy privado que te parezca. Por eso… cuidado con lo que das, con lo que aceptas recibir, y con las personas con quien te impliques.
  10. En resumen, y para finalizar, ten siempre presente estas tres palabras: responsabilidad, prudencia e integridad. Así serás parte de la red, no víctima de ella. Es más: te servirán también fuera de ella.
Imagen gratuita y libre de derechos obtenida en Usplash (https://unsplash.com/foxwalk)

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