Tengo el corazón marchito,
débil, cada día más muerto.
Desde el escaparate me miran,dos cuencas vacías.Hace tiempo que mis ojos dejaron de ser,las ventanas de mi alma.
No pretendo echarles las culpas,pero las Navidades pasadas fueron las últimas. Este año no recibí la llamada,y no quiero echarles las culpas,pero me criaron diciendo,que en el amor la familia no tenía dudas.
No quise comportarme así, espero que lo sepan. Gritar de esa manera no es propio de mí, no sé qué pasó, no era yo.
¡Claro que sé que estuvo mal!Que los malditos niños están delante. También fui niño, mamá, ¿recuerdas?Me querías, te quería,¡y me mentías:todo irá bien, decías!Y yo me lo creía.
Por su culpa... me estoy alterando.Y ahora empiezo a sudar,frío, gélido, me estoy empapando. Me duelen las piernas, no quieren caminar.
Busco la ventana, la ventana del alma. Deslizo la mano por el brazo, la encuentro, la acaricio, la araño,estrangulo mis venas, pero si ya lo hago, ya me lo hacía,tanto daño.
Recuerdo la primera vez,siempre la ando buscando. y nunca la he encontrado. A veces parece que me acerco, pero siento que caigo,cada vez más lejos.
Normal, mi cuerpo no estácomo para saltar tan alto. ¿Qué me ha pasado?Yo solo necesito alguien,algo,que me salve. Quiero olvidar, volver a empezar. Sentirme nuevo, o sentirme sin más.
Al río le cuesta fluir,y sus aguas son ya negras.Lo necesito para sobrevivir,pero me mata, me desgarra las entrañas.
A ver si esta es la última.Espero que lo sea.Me arrepiento de muchas cosas, pero ¿sabes, mamá?´Me hubiese gustado irme dejándote un buen recuerdo.Lo siento, lo siento.Sabes que nunca estuve del todo cuerdo, pero te quise como nadie supo hacerlo.