Revista América Latina

Mariposa

Publicado el 14 mayo 2015 por Javier Montenegro Naranjo @nobodyhaveit
Álvaro Morata en la Juve.

Álvaro Morata en la Juve.

Si a Martin Scorsese le gustase el fútbol, haría una película sobre Álvaro Morata. El asesino que con el dolor de su alma pega dos tiros en el pecho a su antiguo patrón, quien años antes se había encargado de formarlo y convertirlo en el matador de área tan codiciado por la clase media del fútbol.

Dos disparos le bastaron para sacar del negocio a su anterior empleador. El primero como lo hacen los viejos conocedores del oficio. Un buen asesino se ubica en la puerta de salida del apartamento de la víctima, porque él sabe cuál es la rutina y los puntos débiles de un Casillas que no ha sabido envejecer al estilo de Buffón (porque hablar del buen vino a estas alturas no es solo un cliché, sino una desconsideración con los catadores, como si uno supiese a qué sabe el buen vino). Así, Morata se encargó de recordarle al Madrid que 20 millones no son suficiente si uno de los nuestros termina doblándote la moneda.

Borrón y cuenta nueva.

Y cuando todos soñaban con una final española, cuando la victoria parecía posible, reapareció un viejo fantasma que corre por el Santiago Bernabeu, el de los exiliados que triunfan en tierras foráneas cuando la directiva merengue les da la espalda. Esta vez acudió más a la clase y no tanto al instinto. Control de pecho, disparo contra el césped y muerte inminente. Al corazón del madridismo.

Morata se fue, y en cambio trajeron un sicario mexicano, uno que cuando salvó las tablas ante el Atlético, mostró, con una celebración exacerbada, que su amor propio era mayor que el respeto al club. Quizás no hubiese marcado ni un solo gol si se hubiese quedado y su presencia en el banquillo hubiese sido más humillante que la sufrida por Javier Hernández, pero como los “y si…” no valen en el deporte, los clientes del Real Madrid no dejan de preguntarse por qué vendieron a Morata.

Al final, les pasó factura la mariposa, esa que aletea en Hong Kong. Lo que parecía una entrada fácil de veinte millones de euros terminó en una eliminación en semis de Champions. Florentino hace una mueca y piensa en la nueva purga, en la repesca de Morata, los próximos triunfos, los nuevos nombres en la larga lista de estrellas que han portado la camiseta y no han levantado un título importante y demás nimiedades relacionadas con sus negocios en México, Costa Rica y Colombia, todas camufladas bajo la rentable venta de camisetas.


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