Al final, tomé una decisión drástica. Pido disculpas a la gente que me esperaba en actividades off-Alimentaria, pero decidí concentrar todo mi tiempo y atención a lo que pudiera suceder en la feria, tanto en Intervin como en algún otro pabellón. Tenía suficientes indicios como para pensar que había un montón de gente interesante, que había hecho un gran esfuerzo por estar allí (todos lo hacen, por supuesto, pero la proporción es algo que hay que tener en cuenta). Y había que charlar con ellos y beber con calma sus vinos. Calma relativa, claro...el martes se pudo pasear por la feria con relativa tranquilidad (el off vació quizá más de lo deseado), pero el miércoles el lleno fue de bandera. Hablemos ahora del martes.
El estand en el que, de antemano, sabía que se concentraba mayor talento era el A143 de Intervin. Roca Madre Viña y Vino (Tentenublo, Saó del Coster, Akilia, Maldivinas, Dominio del Urogallo y Almaroja). No lo probé todo porque algunas cosas las tenía más frescas que otras, pero de mis notas me quedo con el albillo real de Cadalso de los Vidrios de Maldivinas, Combate 2013, sobre granito descompuesto, cepas, olivos e higueras. 70 años. Maceración con pieles, arranque de fermentacion espontáneo, pisado, desfangado natural, madera de cinco vinos, batonnage decreciente: mucha suavidad en todo el proceso para un vino que es pura miel, hinojo, orejones y frescura. Un vino para el futuro pero que muestra ya el camino del placer. Doble Punta 2011, garnacha, pertenece a uno de los viñedos más bonitos de España, lleno de cristales de cuarzo de doble punta que le dan una entidad y una energía únicas. Mineralidad, tierra a tope. Abejas y abejorros revolotean. Moras y vida. Cerezas y tomillo. 100% de raspón en esta añada. Una de mis garnachas de referencia.
Dominio del Urogallo tiene una máxima: "cuando llegamos con las cajas de uva a la bodega, el vino ya está hecho". En tierra de Cangas, en bancales y laderas de vértigo, las variedades de la tierra están encontrando el camino de su máxima expresión. Creo que les falta algo de tiempo, pero arrieros somos y en el camino andamos. Puede que no fuera el mejor día para los vinos de Nicolás Marco y Paco Asencio (nerviosos algunos, recién embotellados, intranquilos, cerrados...) pero su Retortoiro 2011 llamó poderosamente la atención: 90% de verdejo tinto, 13%, suelo de alta montaña cuajado de pizarra, cuarzo y antracita, 50% de raspón, sin pie de cuba. Sin filtrar ni estabilizar. Muy fino, finísimo grafito. Es un vino azul. Mirto. Tanino pequeño, jugoso. Posgusto muy largo. Almaroja, Charlotte Allen (en transcripción fonológica de Samuel Cano, la "charlat-ana"), inglesa de pura cepa en tierras de Fermoselle. Empapada de la tradición atlántica de los polivarietales, sus vinos son su tierra, su tierra (en sus manos se ve con claridad) empieza a ser ella. En viñedos graníticos llenos de piritas nace, claro, su Pirita blanco 2012. Donablanca, godello, albillo de cepas de más de 70 años, cultivo ecológico con algunas prácticas biodinámicas. 13,2%, sin maloláctica, es un vino salino, vino de campo, rústico y con entidad, muy fresco y de poderosa fragancia, pieles, levaduras, membrillo, muy para comer y beber. Su Pirita tinto 2012 recoge con mayor decisión todavía la tradición noroeste que mana del Ribeiro: 17 variedades de uva contiene, entre las que la Juan García domina con un 65%. Brezo, alta mineralidad, muy atlántico, cierta volátil, astringente, violetas. Vinos que hay que beber, sin más.
Quinta Milú, de German R. Blanco, es la nueva dimensión de la Ribera del Duero, que no nace en Valladolid, sinó en Burgos. Goyo García Viadero, Kirios de Adrada y, ahora, Milú. La Aguilera, pueblo a 900 msnm, mínima intervención en el viñedo y ninguna en la bodega. El PH de la tierra se encarga de todo. Trabaja con pie de cuba del viñedo, no filtra, no clarifica, no estabiliza, sulfitado mínimo antes del embotellado. El goce, la alegría grande de reencontrar los sabores de la tinta del país, con fermentaciones en barricas abiertas de 500L, sin despalillar, y de 15 meses de barricas de 225 y 500L. Eso es La Cometa 2012. Rico y fácil de beber, pero al mismo tiempo con el empaque de un vino de guarda. Violetas, frescura, aires de monte. Este vino realmente vuela...Vinos buenos, vinos de pueblo, vinos artesanos hechos por un cachondo mental que sabe muy bien qué se lleva entre manos. ...La Maldición. Tinto para beber de Marc Isart... 2013, DO Vinos de Madrid, 13,5%, tempranillo con un 15% de malvar. Marc está harto de explicar gilipolleces sobre sus vinos. Lo acepto. Háganme ustedes caso, por favor, y beban este vino: el nuevo hit de esta primavera-verano. Lo tiene todo.
Un párrafo único, breve, contundente para el mejor vino que he bebido en esta edición de Alimentaria, en Intervin. Reserva Particular de Recaredo 2004, degollado al instante. Imagínense ustedes con unos meses de reposo. Una añada excepcional, un vino único. Finura y complejidad sin límites. Uno de mis vinos para siempre.
Josep Foraster (DO Conca de Barberà) me encantó con dos botellas. La primera fue su Macabeu Brisat 2013. De las laderas de la sierra de Prades, en tierras de aluvión, calcáreas con pizarra superficial, cepas de macabeo de 45 años. 15 días (quince) con las brisas y no es un vino naranja ni nada que se le parezca. A 16ºC. Sin clarificar ni estabilizar, sulfitado solo al embotellar a niveles mínimos, levaduras indígenas. Sabor de esas levaduras, de las pieles, de manzana madura, con una acidez brutal y una sapidez enorme. Un vino banco con alma de negro, suave tanicidad, jazmín, bourgeon de cassis. Muy gastronómico. Una sorpresa agradable. Su Foraster Rosat Trepat 2013 también me gustó. Soy de rosados, qué se le va a hacer...De viñas más jóvenes, tiene un sangrado tras 6/7 horas de maceración. Muchas fresitas salvajes del bosque, pieles, levadura de Paris, pimienta roja estrujada. Muy trepat pero con suavidad y buena entidad. Lo han clavado en este 2013.
El día terminó en la gloria, con dos vinos de entidad muy distinta, uno del norte, otro del sur. "Yo soy del sur, tú eres del norte...haremos que no importe, que no importe..." A mí me dio alas para volar tras una jornada entera de pie y sorbiendo vinos, pasiones, historias, anhelos y sensaciones. De Volvoreta (María Alonso, en Sanzoles, DO Toro) procede la reivindicación del carácter alegre y festivo, sin perder ápice de su identidad, de la tinta de Toro. Las suaves laderas de su pueblo, con viñedos a los que María da sólo suero de oveja y en bodega ni eso (levaduras autóctonas con pie de cuba en el viñedo, y punto, ni más ni menos), regalan un Vino Volvoreta 2011, con 14,5%, que tiene una fragancia de impresión, enorme concentración, río de cerezas picotas, violetas recién cogidas, con un punto de densidad, de acidez y de frescura que auguran largos años de vida, con 5 mg/L de sulfitos...De Montilla-Moriles, Toro Albalá en el estand de Vinum Nostrum, bebí por la generosidad de unos amigos, una copa de ese tipo de vino que da sentido a cualquier tradición vinícola: Don PX 1946 de Toro Albalá. Un vino inmortal al que no le pasará lo que a Disney: tiene tanto azúcar que no se puede congelar...Todos los aromas del humo, todos los sabores de los frutos secos, todas las gracias del sol embotellado y de la uva pasa, todos los aires del campo en septiembre tras un cálido agosto, las higueras, los rastrojos. Pero a la sombra de un buen árbol...Porque también conserva frescura y acidez. Otro vino que lo tiene todo para rematar un gran día. ¿Quién pensó que en Alimentaria no pasaban cosas interesantes? En el próximo post, más...