Estos consejos fueron tomados, con modificaciones, del libro Guía para el profesor novel (v 1.0) en uno de sus capítulos. Realmente me parece acertado lo que se propone. Sin embargo, algunas cosas modificadas según mi experiencia.
Ya es sabido que a los 15 ó 20 minutos de haber comenzado la clase expositiva se empieza a producir una caída importante del nivel de atención del estudiantado, que sólo se recupera ligeramente cuando los estudiantes perciben que la clase está acabando. También, sabemos que los estudiantes, en general, ya han olvidado a los pocos días de la clase expositiva la mayor parte de sus contenidos.
Estos conocimientos científicos lo vemos reflejado en nuestra experiencia docente y que atribuimos bajos rendimientos de nuestros estudiantes y, sin embargo, enfocamos nuestras clases sin el conocimiento básico de cómo funciona nuestro cerebro.
Nosotros recordamos mejor lo que ocurre al principio de la clase, especialmente, cuando nos llamas la atención debido a su novedad o su correlación significativa de lo que vivimos. Para ello, deberíamos utilizar para empezar analizando los conceptos más novedosos y relevantes a modo de ejemplificación o de interrogante. Esto despierta la curiosidad la que activa las redes atencionales de alerta y orientativa del estudiante y que le sirven para abrir el foco de la atención, no para mantenerlo.
Como ejemplo para resaltar la importancia de la curiosidad en el aprendizaje, podemos iniciar una clase al modo socrático con una pregunta iniciadora ( forma interrogativa) o a través de un ejemplo iniciar el interrogante relacionada con un problema real que sea motivador y que permita al estudiante iniciar un proceso de motivación en el que se sienta un protagonista activo del mismo.
La atención sostenida sólo puede mantenerse durante cortos períodos de tiempo que no superan los 15 minutos. Personalmente, podría agregar, que cada vez nuestros jóvenes poseen menos capacidad temporal para la atención. Como el aprendizaje de nuevos conceptos o destrezas requiere un tiempo de procesamiento y asimilación, nosotros docentes deberíamos organizar nuestros contenidos en bloques que no superaran los 20 minutos. Después de cada bloque, para facilitar el aprendizaje y optimizar los ciclos de atención, debemos cambiar la actividad en donde dedicamos unos minutos para reflexionar (diálogo socrático, por ejemplo) sobre lo explicado que sirve incluso para afianzar esos conocimientos. Los diálogos socráticos. Nada mejor que un ejemplo.
Existe una gran diversidad de estrategias pedagógicas que pueden estimular al cerebro y captar la atención siempre y cuando se tenga como premisa el cambio y la novedad. Desde la utilización por parte del docente, por ejemplo, de frases de pensadores, historias, casos reales, noticias, debates, videos. ejercicios, entre otros que propongan reflexión y actividades que requieran analizar diferencias.
Cuando las emociones positivas nos impregnan de energía podemos concentrarnos mejor y empatizar más, ser más creativos y mantener el interés por las tareas. Por tanto, en los bloques expositivos de nuestra exposición que no sea monótona y con un tono lineal. Utiliza diversos tonos vocales según lo que estás expresando, eso ayuda a la atención.
Cuando los educandos realizan preguntas o proponemos un diálogo sobre lo explicado fomentemos los aspectos positivos de sus afirmaciones y ejemplos de nuestros educandos.
Entre bloque y bloque es mejor cambiar por alguna actividad que exija la participación de todos los educandos, de esta forma pasan de la atención a la aplicación, de manera que la atención se recomponga de manera que puedan poner en práctica de forma inmediata los contenidos que acaban de ver para fijarlos: "Se aprende lo que se aplica".
Pídeles que, expresen las ideas más importantes y lo más confuso del último bloque. Explica y ejemplifica de esta forma sencilla, además de conseguir que reflexionen sobre el material. Esta información puede ayudarte a preparar una clase de aclaraciones, que tus estudiantes apreciarán mucho.
Pide a tus estudiantes que, en grupos de dos o tres que estén sentados juntos, preparen una pregunta sobre el material del último bloque y la escriban en un papel, con los nombres de los integrantes del grupo. Después, lee cada pregunta e invita a los demás grupos, quienes pueden dar una respuesta a la misma (las respuestas también son grupal). Si varios grupos responden diferente puede ser oportuno introducir un diálogo para llegar a la respuesta adecuada.
Con esta técnica genera un esfuerzo de reflexión y ponerse de acuerdo con los demás integrantes del grupo y, luego, la reflexión que genera responder y fundamentar las preguntas de los otros grupos.
Por otra parte, con esta técnica todos preguntan y todos contestan (reflexionan y de forma cooperativa)
Propone a los estudiantes un ejercicio de aplicación de lo desarrollado en el bloque anterior. Debe ser un ejercicio que todos deberían resolver de la misma forma y obtener el mismo resultado. Primero, que lo resuelvan de forma individual y, luego, forma grupos de tres y pídeles que comparen las soluciones y se pongan de acuerdo en la solución correcta, que deben escribir en un papel y colocar sus nombres de los miembros del grupo. Después recoge los papeles y realiza un diálogo con los estudiantes. Estos trabajos prácticos grupales, también, puedes optar por corregirlos y realizar aclaraciones al entregarlos.
El intentar mantener la atención durante periodos de tiempo prolongados agota determinados neurotransmisores de la corteza prefrontal. Sin embargo, se ha demostrado que un simple paseo es suficiente para recargar de energía determinados circuitos cerebrales que permiten recuperar la atención y la memoria y que mejoran los procesos cognitivos. Pero, para ello, es importante que la escuela cuente con espacio adecuado de esparcimiento y si posee un entorno natural es mejor.
Es importante promover la metacognición del estudiante a través de actividades como los proyectos en los que deben reflexionar orientados a la resolución de un problema.
Mindfulness en el aula, algo nuevo para introducir en la educación.
Siguiendo con la línea anterior, se ha demostrado que el mindfulness mejora la actividad de circuitos de la corteza prefrontal que son fundamentales para mantener la atención y de otros de la corteza parietal que dirigen la atención centrándola en un objetivo específico. A la mejora de la atención selectiva hay que añadir la de la metacognición, el autocontrol o la relajación, todos ellos factores imprescindibles en el desarrollo y aprendizaje del estudiante. Esta técnica, integrada en programas de educación socioemocional, puede aplicarse perfectamente en el aula. La clase de tutoría es ideal para comenzar la implementación de este tipo de programas, aunque su eficacia depende de hacer partícipe a todo el profesorado.
Las investigaciones en neurociencia de los últimos años han revelado información importante para nuestra práctica educativa. Tanto el conocimiento de las diferentes redes atencionales para suministrar la información, como el entrenamiento con videojuegos de la atención ejecutiva para mejorar todo un conjunto de capacidades intelectuales imprescindibles en el desempeño académico y personal del niño, han de guiar las estrategias educativas del futuro.
Para mejorar el aprendizaje, el estudiante debe reflexionar, indagar y relacionar los conceptos novedosos con los conocimientos previos, en definitiva, profundizar. Pero para ello se requiere una mente concentrada y eso se consigue si el cerebro (en concreto, la corteza prefrontal) es capaz de conectar diferentes circuitos cerebrales e inhibir otros que son irrelevantes y fuentes de distracciones. La atención facilitadora del aprendizaje necesita esfuerzo continuo que requiere autocontrol, motivación que se consigue a través de lo novedoso o relevante y emociones adecuadas.