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Más que un vino: El Fundamentalista 2014

Por Jgomezp24
El Fundamentalista 2014
Cuando un maestro de maestros (en el periodismo, en general, y en el mundo del vino, en particular) te da un titular, no lo desprecies... Primero busqué una botella de El Fundamentalista 2014 (Finca Sandoval): conociendo al personaje, suponía que el nombre contenía una carga de provocación pero, también, una parte de realidad. La encontré en una sucursal de Lavinia en un aeropuerto (ahora sé que también la tendrá Vila Viniteca en pocos días). Después busqué información y no encontré más que vaguedades con un solo dato de interés: en 2008 había existido ya un Fundamentalista... Sólo en 2008. Por supuesto, acudí a la fuente. Y a las pocas horas, Víctor de la Serna, amable y paciente con los aprendices hasta que se harta y te manda a tomar viento fresco, contestó. Con un titular, claro: "Joan, más que un vino, es una anécdota..." Normalmente me gusta poner el nombre del vino en el título de mis posts, así que el titular quedó algo recortado y conviene ahora explicarlo un poco. La anécdota es la de alguien que conoce y ama el vino como pocos (Víctor de la Serna) y que, cuando estás en su bodega, ofrece cuanto tiene. Es la de un amigo que prueba uno de esos vinos olvidados (un sangrado de syrah, mínimamente sulfitado, que reposaba en una vieja barrica, aunque también podría haber sido un odre antiguo) y se entusiasma ante la sencillez, frescura y amabilidad de ese vino. Y es la de unas pocas botellas, que en 2008 fueron embotelladas para amigos.
En 2014 se dan circunstancias parecidas, pero además de syrah, Víctor dispone de un monastrell ya en edad de mostrar sus bondades (10 años), de un viñedo de la Manchuela en altura, 850 msnm. Eso significa contrastes térmicos enormes y una maduración lenta que va cargando los hollejos de sabores antiguos y el mosto de ligereza y frescura. Repite la operación: vino de sangrado, un poco de bota vieja y nada más. Mínimo sulfitado y una etiqueta que, de nuevo, nos recuerda que las cosas fundamentales, las básicas, no precisan de grandes artificios. Una buena fruta es la base de todo y el mínimo "aderezo", que acaba dando algo que encaja con el carácter de quien nos propone este vino: a fundamentis era aquel edificio que un arquitecto romano señalaba en una inscripción como construido desde la base por él. Mucho beber, mucho viajar, mucho conocer, mucho procesar para que los que amamos el buen vino lleguemos a una sencilla conclusión: el vino sencillo, que no simple, el vino que, en palabras de Víctor, "llena las horas de diversión y es fresco, sin pretensiones y simpático", te da siempre mucho más de lo que vale.
Por ahí va este El Fundamentalista 2014, que podría parecer incluso una broma, un guiño travieso de Víctor a quienes hacen vinos auténticos, sinceros, lo más naturales posible. Podría parecer una broma pero acaba siendo una declaración de intenciones. Quien ha convertido la anécdota en categoría y ha decidido poner a la venta esta botella, también nos está diciendo "éste es un vino que me gusta y éste, un camino que quiero transitar". Incluso en el detalle (nada escapa a un tipo como Víctor) de no poner código de barras en la contraetiqueta. Bien está viniendo de quien viene. 14% que apetece tomar algo fresquitos (14-15ºC). Es un vino de arcilla roja, algo oscura, con recuerdos de madera vieja o, incluso, de odres de piel antigua. Es un vino de hoy pero con hechuras antiguas. Ciruelas, brezo, zarzamora y picotas. Fresco, sí, y de trago fácil y agradable. "Frutoso", claro. Pero también sólido y con empaque: vinoso. Me recuerda al mejor y joven Classius Clay. Este vino se mueve como él: tiene las piernas y el baile ligeros, se mueve sin parar y parece no fatigarse pero, al mismo tiempo, tiene una contundencia y un impacto de sabores y aromas grande. Es un vino que suena, en el mejor sentido de la expresión, a viejo y a sincero. Me gusta que, aunque naciera en 2008 por casualidad y como anécdota, la cosecha de 2014 y la ocasión hayan permitido a Finca Sandoval y a Víctor de la Serna recoger estos nuevos sangrados de syrah y monastrell para poner en la copa una Manchuela que sabe a mucho más que a anécdota.

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