Cuando en junio del año pasado acudimos al Millesime Weekend, le pusimos la etiqueta de “enoturismo urbano”. Por aquel entonces, tenía la sensación de que este tipo de eventos constituían algo excepcional y aislado. Pero ahora que lo analizo en la distancia, me doy cuenta de que no es así. Lo que me pasa es que tengo la costumbre de mirar demasiado hacia el campo, quizás para huir del agobio ciudadano, sobre todo cuando llega el buen tiempo.
Este 2012, quizá por la crisis, quizá por la edad, ha llegado el mes de mayo y nos hemos quedado en Valencia. Todo un acierto, porque me ha servido para redescubrir mi ciudad, con la que, desde hace un tiempo, estaba un poco reñido. Dejando al margen los cruceros, los políticos, los juzgados y las portadas de los periódicos, Valencia crece, se dinamiza y crea un entramado de servicios turísticos alrededor de la cocina y el vino que cada vez me gusta más. No voy a escribir, por ahora, sobre los nuevos locales y restaurantes que florecen por Cánovas o Russafa, sino acerca de tres eventos concretos a los que he tenido la suerte de acudir.
Mostra de Vinos, cavas, licores y alimentos tradicionales
El cauce del viejo Turia es, sin duda, una maravilla. Es un gran parque urbano, que vertebra toda la ciudad y que nos sirve, como es el caso, de escenario inimitable para este tipo de eventos. Una feria bien montada, con expositores de toda la Comunidad, donde puedes, por muy poco dinero, probar los vinos y platos más variados y sabrosos.
Con tu copa y tu bandeja (que te proporcionan con el ticket) puedes recorrer toda la geografía de la Comunidad, de stand en stand, con representantes de casi todas las bodegas y un gran número de alimentos con Denominación de Origen. Vinos de Alicante, Valencia, Castellón y Utiel-Requena, sin olvidar las magníficas cervezas artesanas y el afamado “Agua de Valencia”, nos sirven para acompañar arroces, paellas, embutidos y dulces, a cada cual más sabroso.No tengo líneas para contar todo lo que hicimos, catamos y comimos, pero quiero destacar la amabilidad de las chicas de Chozas Carrascal (arriba en la foto) y la sabiduría del propietario de Bodegas Enguera, con el que mantuvimos una animada charla sobre sus proyectos en materia de enoturismo y su maravilloso “Blanc de Enguera”. Una mención especial, por lo inmovador de la propuesta, voy a dedicar a la gente de la Cerveza Aretesana 2.0 de Castellón. Una buena cerveza, Pale Ale, que sorprende por la etiqueta repleta de códigos QR, que dan acceso a la web, el muro de Facebook y la nota de cata de la cerveza.
Russafart 2012
El fin de semana siguiente se celebraba, en el populoso barrio de Russafa el “Russafart 2012″. Un fin de semana intenso, donde los artistas del barrio abren sus estudios al público y numerosos locales y restaurantes ofrecen menús especiales y maridajes innovadores, entre exposiciones, presentaciones y actividades artísticas. Nos encantó la propuesta y tuvimos la suerte de asistir el jueves a la inauguración del Espacio Mahou, en el reconvertido estudio de Nacho Murillo al que nos invitó nuestra buena amiga Tote. Entre cerveza, jazz y bossa nova en directo, disfrutamos de innumerables delicias a modo de canapés, d los que destaco los langostinos en tempura con salsa de calabaza, abajo en la foto.
El domingo estuvimos de estudio en estudio. Muy buena oportunidad para conocer los secretos, trucos y manías de los artistas del barrio y, si el bolsillo lo permite y la negociación llega a buen término, comprar algo de arte. Para comer, confiamos en un ya clásico de Russafa: la Lluerna. Cada vez me gusta más su interminable carta de vinos y la inmensa bodega que ocupa el la pared del fondo del local. En 2013, sin dudarlo, nos quedaremos ese fin de semana en Valencia y exprimiremos todavía más esta interesante propuesta.
Cata de Murviedro en el restaurante Don Bernardo
Casi todos los que nos movemos por este loco mundo de Internet recibimos diariamente ofertas de páginas de ofertas como Groupon o Privalia. El grupo Vocento, aprovecha sus plataformas, sean digitales o en papel, para promocionar su página de ofertas “Oferplan”. Fue precisamente a través de esta, donde descubrimos que Bodegas Murviedro guiaba una cata de sus mejores vinos en un restaurante de la zona de Cánovas. Dicho y hecho, compramos los bonos por 10 euros y acudimos el pasado jueves. Aunque el local no favorecía mucho el evento, sobre todo a causa de la escasa luz, la cata resultó muy gratificante.
Catamos 6 vinos, todos medalla de oro en distintos certámenes. Dos blancos, dos tintos crianza, un tinto de autor y un dulce. Para gustos, colores, como siempre, pero esta era oportunidad de catar los mejores vinos de una bodega como Murviedro, que vende el 90% de su producción fuera de España. A mi personalmente me encantaron 3 vinos. El primero “Alba de Murviedro” de Sauvignon Blanc y Moscatel. Un blanco limpio y intenso, que equilibre perfectamente la fruta verde de la uva foránea con el toque dulce y aterciopelado de la Moscatel. El segundo, Expresión, un coupage perfecto de Monastrell y Garnacha, con 14 meses de barrica que sorprende desde la nariz, con aromas interesantes, medio minerales medio orgánicos y que en boca te sorprende con un postgusto intenso y duradero. El tercero, el dulce de moscatel, sabiamente elaborado, cortando la fermentación en el momento adecuado para conseguir un dulce fresco y frutal, alejado de los tradicionales moscateles de la zona, excesivamente dulces para mi gusto.
No debo acabar estas líneas sin mencionar el buen hacer de Víctor Marqués, uno de los enólogos de la bodega, que consiguió transmitirnos la pasión por su trabajo y por la esencia del terruño, tan necesaria para hacer buenos vinos, como estos.