Revista Opinión

Mea culpa, mea culpa, mea maxima culpa

Publicado el 26 mayo 2012 por Romanas


 He tenido por aquí, por internet, maravillosos amigos y amigas, algunos de los cuales permanecerán para siempre en el mejor de los lugares de mi corazón, pero para la convivencia diaria en el trabajo conjunto de la tarea revolucionaria, he comprobado ya que los he perdido para siempre: Fernando Mora, CarmenRM, Alienado, camarada y otros que en este momento no recuerdo.
 Mi mujer que me conoce mejor que nadie, incluso que mi madre, aquella que me decía “qué docilico eres, qué docilico”, cuando yo me defiendo de esta incapacidad mía de perder a mis mejores amigos, a la gente que más aprecio, me dice que lo hago porque soy un grosero, "tú te dices sincero, pero lo que eres es grosero, y un grosero resulta  absolutamente intratable".
 Yo paso las 24 horas del día en trance de investigación: buscando el secreto, el quid que motiva la sucesión de las cosas y lo hago con ese distanciamiento metódico del que pretende averiguar la verdad, sea como sea, y este tremendo impulso que me mueve es seguramente el que a veces me hace no guardar las formas, esas formas en las que consiste la buena educación, y en el profundo trance al que me someto, como me hallo desnudo ante mí mismo, creo, erróneamente, que los demás me ven como me veo yo: sin la menor intención, ni por asomo, de ofender a nadie, todo lo contrario, cuando debato con alguien, lo que hago es tender entre él o ella y yo un puente del más absoluto de los afectos.
 Esta vez, creo que ni Futbolín, ni Joan, ni, por supuesto, corazón, ni siquiera mi nuevo y buen amigo antoni torrent, se me van a ir como tantos otros entre los dedos de mis manos por esa grosería esencial que me hace no medir lo que digo porque todos ellos saben ya un poco como soy y me perdonarán, estoy seguro, todas esas continuas faltas de la más elemental educación.
 Porque, una vez entonado, este sincero mea culpa, apelo decididamente a su buen sentido.
 Ahora mismo, para mí, resulta más imprescindible Futbolín que yo mismo, porque estoy en el más profundo proceso de liquidación física: mis piernas me fallan ya de tal manera que necesito ayuda para levantarme de la cama y de las sillas, apenas si dentro de un instante recordaré todo esto que estoy escribiendo ahora, tengo enormes dificultades para tragar y no consigo dormir a mis horas y en cambio me duermo cuando no lo hace nadie.
 Futbolín hace en mis blogs lo que ya es seguro que yo no podré volver a hacer. Y lo hace con una alegría y simpatía tan sinceras e innatas que me ha arrebatado incluso el cariño que yo más apreciaba. Bueno. Está bien, son leyes de la vida, que yo no tengo más remedio que aceptar. Pero suplicaría a todos que tengan un poco de compasión con un viejo que a cada minuto se va desvaneciendo en el tiempo, que se aleja definitivamente de todo y de todos, que cada vez que golpea una de esas malditas teclas piensa que quizá sea ya la última vez.
 Es muy duro, os digo, trabajar todavía así, pero tengo que hacerlo porque creo que en el mismo momento en que lo deje, todo se habrá acabado para mí.
 Así las cosas, ¿qué queréis que os diga? Que me ponga a contestar a mi nuevo amigo, antoni torrent, cuya misiva, después de la que hace ya algún tiempo me dirigió Adrián Massanet, es una de las mayores alegrías de esta etapa de mi vida y que sea tan torpe que en lugar de aplaudir el enorme valor que ha tenido para desarraigarse de todo e irse a un mundo que por nuevo tiene por fuerza que serle muy ajeno, un acto no ya valiente sino heroico, y, en conclusión, le diga, más o menos, que lo que ha hecho es un acto de cobardía, si no fuera fruto de una especie de enajenación mental más o menos pasajera, no tendría perdón de Dios ni de los hombres.
 Que reprenda a Futbolín porque insiste en defender posturas en las que no sólo cree sino que son precisamente las que lo hacen lo que realmente es, una especie de samaritano, joder, no tienen, no pueden tener perdón de ninguna clase, por muy sincero que sea mi comportamiento, por mucho que sea precisamente el hecho de considerarlo como parte no ya de mi familia sino de mí mismo.
 En fin, que me he vuelto a equivocar otra vez y espero que la sanción a mi conducta no sea la que me aplicaron amigas y amigos a los que tanto echo de menos como CarmenRM y Fernando Mora.


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