Revista Expatriados
Me voy unos días a un retiro de meditación, había pensado en dejaros con algunas entradas programadas para que no me echárais de menos. Pero soy realista. Sospecho que más bien sois como mis hijos, que echan más de menos la conexión de Internet que a su padre. De hecho hace unos cuantos meses que me fui de casa y aún no se han dado cuenta. En cuanto se cae la conexión a internet a los cinco minutos ya están refunfuñando. Curioso contraste.
Mi relación en estos años con la meditación se ha parecido mucho a una relación de pareja. Al comienzo la coges con entusiasmo y quieres practicarla todos los días. Pasan las semanas y te surge una suerte de pereza. Encuentras cada vez más excusas para no meditar ese día. Eso sí, te prometes que al día siguiente habrá ración doble, ¡faltaría más! Y un buen día, te das cuenta de que has dejado de meditar y lo único que te queda es la sabiduría de Berna Wangcuando dijo aquello de: “Siempre hay excusas para no meditar”.
Da rabia esa suerte de desidia, porque cuando te pones a meditar con asiduidad los beneficios son casi inmediatos: mayor capacidad de concentración, mayor tranquilidad, mayor capacidad de afrontar con serenidad las vicisitudes del día a día, más habilidad para saber interrumpir y no dejarme arrastrar por esa cháchara mental interior que tanto nos perturba.
Sí, meditar puede resultar “aburrido”. También me resulta aburrido correr en la cinta en el gimnasio y sin embargo lo hacía cada vez que iba hasta que dejé de hacerlo. Bueno, lo que dejé de hacer fue pagar la cuota del gimnasio, que eran unos careros y una cosa llevó a la otra.
En fin, que mañana me marcho a meditar y sé que será como el inicio de un romance. Intenso y absorbente. Sé que cuando termine el retiro pasaré varios días siguiendo rigurosamente una rutina meditativa. Y también sé que un buen día me desinflaré y la abandonaré. La sabiduría que dan los años es que acepto que soy así de perezoso y ya no me fustigo.
Empecé comparando la meditación con un romance. Se parecen mucho, pero hay una diferencia esencial: la meditación nunca te falla ni te decepciona.
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Esta va a ser también la última entrada del blog. Este verano cambié de vida y el cambio fue tan radical que si me descuido hasta me cambio de sexo. El blog era una de las cosas que arrastraba de mi vida anterior. Lo he llevado durante siete años y tiene más de mil entradas, pero empiezo a sentirme cansado. Me falta la ilusión con la que lo empecé y noto que lo continúo por inercia. He empezado a sentir que me repito.
Lo dejo por el momento. Tal vez lo retome dentro de unos meses. Tal vez abra otro blog distinto. Tal vez no abra nada, cuelgue la pluma y me retire a un monasterio. ¡Quién sabe!
Quiero agradeceros a todos los que me leísteis durante todos estos años. Hay muchos que aparecisteis larga o brevemente por el blog y a los que quiero agradecer especialmente su compañía: Ozanu, Berna Wang, JdJ, Sukopa, Frank Enstein (me encantaba la caña que me daba), Mujer prevenida vale por dos, Isabel de las islas y muchos, muchos más.
Hasta siempre.