El pasado sábado 14 de noviembre tuve el placer de asistir a la edición de otoño 2015 del encuentro Café y Productividad que tuvo lugar en Barcelona. La idea de este evento es que podamos reunirnos periódicamente los bloggers de habla hispana interesados en todo lo relacionado con la productividad personal. En esta ocasión el encuentro fue presentado por Jeroen Sangers, toda una institución en la blogosfera productiva española, quien también fue uno de los organizadores del evento con Jordi Sánchez y Daniel Aguayo.
Junto a Jeroen y dos de mis colegas consultores artesanos de OPTIMA LAB, Antonio José Masiá y Jesús Serrano, tuve la suerte de pasar tres horas y media debatiendo con muchos de los bloggers que sigo desde hace tiempo y que, por mi residencia en México hasta abril de este año, no había tenido ocasión de conocer en persona hasta ahora. Todo un lujo poder intercambiar ideas con Daniel —otro clásico de la productividad—, Montse Vila —a la que conozco virtualmente desde mis inicios y considero una de mis maestras, junto a Jeroen y Daniel—, David Torné, Jordi Sánchez, Jordi Fortuny y un largo etcétera.
Vaya por delante lo magistralmente bien planteado del ejercicio de Jeroen para “forzarnos” a debatir sin “pelearnos”. Con una dinámica que consistía en exponer pares de ideas contrarias, y hacer que cada uno de los asistentes se posicionara de un lado u otro, la idea era que cada grupo encontrara luego argumentos para defender la postura contraria a la que había elegido como la “buena”. Con este enfoque empático consiguió que se acercaran posturas, a veces bastante polarizadas.
Pero claro, imagino que por la propia naturaleza del ejercicio, los pares de ideas contrarias presentadas resultaron con una redacción casi siempre demasiado nebulosa y poco matizada. Eso hizo que estuvieran demasiado abiertas a interpretaciones, y cada uno pudiera llevar el agua a su molino muy fácilmente, dando la sensación de que estábamos mucho más de acuerdo de lo que en realidad estábamos, como se pudo comprobar en diferentes momentos. De ahí surgió el comentario casi unánime de que todo “depende”.
Creo sinceramente que, en productividad personal, como en otros muchos ámbitos, las cosas están sujetas a muchas menos interpretaciones de lo que nos gustaría. Decir que algunas metodologías de trabajo como GTD, que han sido ampliamente probadas en todo tipo de culturas, circunstancias y actividades durante más de treinta años, son más o menos útiles dependiendo de las circunstancias de cada persona, es como pensar que perder peso comiendo sano y haciendo ejercicio no es siempre la mejor solución para todos. Bueno, pues lo que pensemos es totalmente irrelevante cuando hablamos de evidencias: comer sano y hacer ejercicio es lo mejor que puedes hacer para perder peso. Eso es lo que dice la ciencia, y es cierto tanto si estás dispuesto a hacerlo como si prefieres conformarte con hacer la dieta del repollo, porque eso de las dietas saludables y salir a correr por las mañanas no es lo tuyo.
De igual manera, existen ciertos hábitos de trabajo que están respaldados por la ciencia cognitiva, y está demostrado que funcionan mejor que otros para mejorar tu efectividad… siempre que te comprometas a ello, claro. Esto es algo en lo que, incluso, parece que muchos de los asistentes del sábado —diría que la mayoría—, coincidimos. Por eso me parece un poco decepcionante haber terminado un evento de bloggers expertos en productividad personal con la simple conclusión de que todo “depende”.
Como divulgador de temas complejos, y la efectividad personal lo es, uno siempre tiene dos opciones: decir lo que la gente quiere oír, o decir lo que debe oir. Yo siempre he preferido decir lo que la gente debe oír, aunque ello suponga un mayor esfuerzo didáctico y ser tachado de menos flexible que otros colegas. Si algo he aprendido de los años como formador es que las personas se sienten mucho más cómodas en el “depende” porque así pueden eludir su responsabilidad cuando les conviene. Mi deber, si soy honesto con la misión de ayudarlas a obtener el máximo valor del esfuerzo que hacen por mejorar, no es dejarlas instalarse en el “depende”, sino presentarles los hechos objetivos, basados en evidencias, para luego hacerlas conscientes de sus verdaderas capacidades y recursos personales, y después empoderarlas para que asuman el compromiso del cambio. Lo demás es formación “de garrafón”, que diría mi amigo José Miguel Bolívar.
Ya estoy deseando que llegue el siguiente Café y Productividad, que por lo que parece tendrá lugar en Madrid durante la primavera de 2016. ¡La cosa promete!