Revista Sociedad

Mesas vacías

Publicado el 16 septiembre 2014 por Salva Colecha @salcofa

“…que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad…”

Declaración independencia USA. 4 de julio de 1776

Estos días ando un tanto rarejo y un mucho alicaído (supongo que como muchos por estas latitudes), igual se debe a que eso de las despedidas no suelen sentar bien. Es imposible fingir no ver el hueco que han dejado, en sus mesas vacías, tres amigos que empezaron siendo compañeros de trabajo pero que pronto pasaron a ser mucho más que eso. Se me saltan las lágrimas, ya ves, humano que es uno. Han dejado un vacío tan grande como el que hay corazón de la ministra que se empeña en decir que el empleo se recupera. Puede que esté envejeciendo pero cada vez me resulta más duro sobrevivir en la picadora de carne humana en que se ha transformado el trabajo por gentileza de las reformas laborales, con la historia de la crisis esa que siempre acabamos pagando los mismos. Nos han transformado en una especie de esclavos de usar y tirar. El trabajo es escaso pero si lo encuentras es como las lentejas si quieres las tomas y si no las dejas, pero si lo dejas, mal lo tendrás para conseguir llenar el buche y seguir adelante.

Es impensable que tus compañeros de trabajo durante lustros puedan desaparecer, de repente, como si nunca hubiesen existido, estilo mago Copperfield. Es tanto lo vivido, tantas horas “tiradas” junto con estas personas que no puedes olvidar. Es imposible imperdonable que encima en el gobierno tengan la enorme jeta salir por el telediario hablando de recuperación y de tonterías por el estilo mientras vivimos, a diario, el desastre en nuestras propias carnes.

Me parece que los mortales no vemos la recuperación macroeconómica esa que nos intenta vender el gobierno simplemente porque no jugamos al mismo juego, andamos sin un duro en nuestros bolsillos. No vemos esas raíces vigorosas, igual como no vimos aquellos brotes verdes. Aquí, las únicas raíces que vemos en abundancia son los de la mugre, la corrupción y el asco que nos da ya todo esto al ver que se acrecienta la diferencia entre ricos y pobres.

Pero, ¿Has pensado alguna vez que si ellos viven a todo tren es porque nosotros, los que votamos, les llenamos las bolsas incluso con lo que nos es necesario para vivir?. Pues la vaca ha muerto de hambre. Ya no se nos puede sacar más jugo simplemente porque estamos fundidos y no podemos más.

Esa es la realidad que no entienden los que van a dos palmos sobre el suelo, pero es la que vivimos los que no sabemos si mañana vamos a continuar pudiendo traer cuatro perras a casa, los que tenemos que hacer malabarismos para poder pagar las cosas básicas para vivir cada vez más caras, los que han visto como se les han desmoronado sus sueños por pecados que no son suyos y han de seguir adelante a patadas si es preciso.

Parece claro que hasta que no seamos capaces de enseñar a los niños repipi que nos gobiernan sin haber dado nunca un palo al agua que es la vida, no vamos a conseguir que hagan nada por nosotros. No sólo no saben lo que vale un café sino que viven en mundos paralelos de moquetas y maderas nobles sin que les importemos un pimiento, lo demuestran todos los días. Pasan de los que nos damos de cabeza una y mil veces contra el duro cemento por intentar salvar el Match Point diario en el que nos obligan a subsistir.

Deberíamos decidir si queremos seguir viviendo una existencia llena de falsas estrecheces, de penuria y falta de alegría en la que nosotros nos mortificamos para que otros lleven el fruto de nuestro esfuerzo. O en cambio, preferiríamos buscar un poco de felicidad, estamos legitimados para ello y obligados a intentarlo. Si no, a ver que dejamos a nuestros hijos. Vivimos en una democracia (podrida pero democracia) por tanto, antes de que nos acaben robando todos NUESTROS derechos, debemos salir ahí fuera y hacerles ver que TODOS ellos están ahi porque les votamos y que podemos despedirles, igual como hicieron con mis amigos e igual como pueden hacer con todos nosotros y quedarse tan panchos.

Para ellos sólo somos números, hemos de hacerles ver que detrás de los números estamos personas con sentimientos a las que están amargando la existencia.


 


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