Mi alumno estaba en su legítimo derecho de exponerme con sólidos argumentos jurídicos su ausencia en el examen tras la noche de vigilia que había pasado. No obstante, mi deber como docente y abogado, era hacerle la pascua y recordarle que su acto estaba tipificado como de ilícito académico, al no cumplir la cláusula que habíamos pactado para aprobar el curso. Lleno de razones en su alegato de descargo me esgrimió fundamentos de índole personal que sólo buscaban el lado humano de la justicia, como si la carrera de Derecho estuviese exenta de todo un expediente académico. Él se dio cuenta de lo erróneo de su estrategia y, a pesar de que yo le consideraba como mi alumno más torpe, inició una nueva estrategia en su defensa. El desvío de sus intenciones fue tan claro como contundente: «profesor, algún día, se dará cuenta de que la justicia no son sólo matemáticas».Microrrelato de Ángel Silvelo GabrielRevista Arte
Mi alumno estaba en su legítimo derecho de exponerme con sólidos argumentos jurídicos su ausencia en el examen tras la noche de vigilia que había pasado. No obstante, mi deber como docente y abogado, era hacerle la pascua y recordarle que su acto estaba tipificado como de ilícito académico, al no cumplir la cláusula que habíamos pactado para aprobar el curso. Lleno de razones en su alegato de descargo me esgrimió fundamentos de índole personal que sólo buscaban el lado humano de la justicia, como si la carrera de Derecho estuviese exenta de todo un expediente académico. Él se dio cuenta de lo erróneo de su estrategia y, a pesar de que yo le consideraba como mi alumno más torpe, inició una nueva estrategia en su defensa. El desvío de sus intenciones fue tan claro como contundente: «profesor, algún día, se dará cuenta de que la justicia no son sólo matemáticas».Microrrelato de Ángel Silvelo GabrielSus últimos artículos
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