Aprender a dejar ir a quien queremos, pero que no puede o no desea estar con nosotros, es una de las lecciones más duras en la escuela de las relaciones sentimentales. Pero ¿qué sucede cuando es el otro el que no sabe marcharse?
Te dice que necesita estar solo/a, pero que no imagina un futuro sin ti. Que eres el amor de su vida, pero que necesita resolver sus cosas antes de tener una relación. Que seáis amigos y lo intentéis poco a poco. Que no sabe lo que quiere, pero que por favor no le dejes de hablar. Que no soportaría verte con otra persona. Que te quiere pero que ahora no puede estar contigo.
Pura palabrería.
¿Cuáles son los hechos? Que este momento esa persona no está contigo. Que es lo que único que realmente te interesa.
¿Por qué motivo una persona que deja una relación no acaba de poder soltar a su ex pareja?
La razón es sencilla: marcharse de un lugar donde te quisieron es difícil. Si eres una persona muy dependiente, tu ex pareja ha sido tu principal apoyo y fuente de cariño durante un tiempo determinado, en cuanto vuelves a estar solo/a, te vienes abajo, te mueres de miedo y ¿qué haces? Lo mismo que en los últimos x meses o x años: recurres a la persona que te consolaba, ofreciendo lo que sea a cambio de volver a sentir que te arropan, te aman incondicionalmente y te animan el bajón.
Es un poco como irte de casa de tus padres y volver cada dos días a comer y a que tu madre te siga lavando la ropa.
Cuando una ex pareja contacta y desaparece, promete pero no cumple, viene pero no se va, en resumen, cuando una ex pareja te confunde, no significa que te siga amando ni queriendo como compañero de vida y necesite un tiempo para replantearse las cosas, sino que sigue queriendo sacarte lo mismo que tenía cuando existía la relación, pero sin tenerla.
Si te han dejado, todos estos comportamientos te resultarán incomprensibles, te provocarán sufrimiento y te harán devanarte los sesos en busca de razones o en espera de que sea la otra persona quien tome una resolución definitiva y te libere de esta insoportable incertidumbre. Todo esto es tiempo valioso que estás sacrificando a algo sobre lo que no tienes ningún control en lugar de dedicarlo a recuperarte para estar mejor lo antes posible.
Posiblemente ahora mismo te sientas como una marioneta sin voluntad en manos de los vaivenes emocionales de tu ex-pareja. Ante esto, no cabe más que ser resolutivo y tomar las riendas. Es momento para pensar en ti. ¿Esto te perturba y te hace sentir mal? Pues es perjudicial para ti y tú has de ser quien lo resuelva. A fin de cuentas, tú tienes claro lo que quieres y cómo lo quieres: si la otra persona no lo tiene, el problema es suyo.
Ante ex confusos que aplican la máxima del perro del hortelano (ni como, ni dejo comer) nuestra actitud puede ser victimista o responsable. Podemos esperar a que caiga la medicina del cielo o ir a una farmacia a buscarla.
Si temes que si no haces caso de sus mensajes, llamadas, reclamaciones y demás se olvidará de ti para siempre, no te preocupes: si esa persona te quiere de verdad, nada le impedirá demostrarlo con hechos claros y contundentes. Mientras todo sea difuso, raro y te confunda, se resume en un te quiero, pero… Que, hablando en plata, quiere decir que no, no quiere estar contigo.
¿Cómo poner límites a una ex-pareja confundida? Deja de excusarle. Si sus problemas, dramas, traumas y crisis no le impidieron iniciar una relación contigo, tampoco deberían impedirle estar a tu lado ahora. Si es muy orgulloso/a o si tiene mucho miedo y esto supera el amor que te tiene, entonces es un amor que no vale demasiado. Bajo las excusas, ¿qué queda? Que esa persona te ha dejado y a partir de este punto, lo que diga o haga es irrelevante.
¿Quieres que aclare y de paso, poder empezar a superarlo? Cierra las puertas a todos estos contactos irrelevantes. Mientra no venga a proponerte un regreso con las cosas claras, los cuentos que te cuenten no te interesan. Puede que la otra persona reaccione al sentir que te pierde o puede que desaparezca ya para siempre, pero tanto si es una cosa como si es la otra, dejarás de vivir en la angustiosa incertidumbre y sabrás a qué atenerte.