De los creadores de… Necesito un tiempo, Estoy confundido y No sé lo que quiero llega Vamos a ir poco a poco y a ver qué pasa. ¿Estás viviendo una ruptura e intentando buscar una segunda oportunidad? Cuidado con elegir caminos inciertos.
En principio, no suena tan mal. Si te han dejado, todo lo que suene a esperanza, será como música celestial a tus oídos sedientos de posibilidades. Será como si nos acabásemos de conocer – piensas- fuera malos rollos y problemas, empezamos de cero.
El inesperado placebo que otorga el Ir poco a poco a ver lo que surge nos da un subidón que te mueres, comparado con el terror de perder para siempre a la persona. Pero ahora empieza lo divertido. Que llega el día siguiente. Y el siguiente. Y empiezas a darte cuenta de que ir poco a poco y a ver lo que surge en realidad viene a ser lo mismo que perderle para siempre…pero en agónicos y tortuosísimos plazos.
Un ir poco a poco a ver lo que surge, no es un sí. Pero lo peor es que tampoco es un no.
Es el temible: sí, pero no.
Es como firmar un contrato estupendo y de repente darte cuenta de que te olvidaste de leer la letra pequeña.
Pronto empezaréis a ver que lo que empezó con tan buenas perspectivas, se va revelando con el paso de las semanas en una trampa en el que empiezas a sentirte cada vez más perdido y angustiado.
Porque resulta que la otra persona no está yendo poco a poco a ver lo que surge. Está dando bandazos. Un día te habla: dos, no. Un día está cariñoso. Otro día está pasota. Un día dice que te echa de menos. Otro día actúa como si te echase de más.
Y la cosa no avanza.
Poco a poco, no sólo no está surgiendo nada: es que estás hundiéndote tú.
¿Por qué no funciona el poco a poco y a ver lo que surge?
Sencillo: quien propone y quien accede a esta extraña propuesta, está aceptando de antemano reducir una relación de pareja a la categoría de un juego de azar. O del mero capricho. Uno va a ver lo que surge cuando va a ligar a la discoteca, se apunta a clases de baile de salón o echa una partida de Texas Hold’em Poker.
Hoy me apetece quererte, pero manaña igual no. Esta semana quiero tener una relación contigo, pero a lo mejor la que viene me da el punto de no tenerla. ¿Mande?
Si eres capaz de reducir x meses o x años de amar, compartir, proyectar, ilusionarse y construir a una partida del Texas Hold’em Poker, entonces no lo dudes. Ve poco a poco y a ver lo que surge.
Pero si crees que una relación de pareja es más importante que un capricho del momento, entonces vamos a recordar el sabio consejo del maestro Yoda, que debería aplicarse a todos los ámbitos del amor.
Hazlo o no lo hagas: pero no lo intentes.
Si te encuentras viviendo esta tesitura, recuerda que una relación se construye hacia adelante, no intentando girar la rueda del tiempo para volver a algo que ya no existe. No os acabáis de conocer, ambos sabéis perfectamente cómo sois, cómo hacéis el amor, cómo oléis y cómo suenan vuestros pedos. Pretender fingir que nada de esto ha existido y volver a la casilla de inicio es tomar por tonto a nuestro cerebro y a nuestra memoria. Y aunque a veces nos lo parezca…no lo es.
Para poder intentar salvar una relación que naufraga, el único valor que puede dar fuerza y posibilidades a una reconciliación es un compromiso real por ambas partes. Compromiso que incluye trabajar mano a mano para reparar grietas, rellenar socavones y cimentar nuevas bases. ¿Dónde encuentras el espacio para hacer nada de esto con alguien al que tienes que fingir que acabas de conocer y que te quiere un día sí y el otro no?
El compromiso no es ir poco a poco y a ver lo que surge. Eso es un experimento con gaseosa de pronóstico reservado. A día de hoy y en espera de que llegue algún lector a contarnos su excepción, nunca he tenido ocasión de ver que esta propuesta sirva para recuperar una relación. Lo que más bien suele pasar es que el que dejó la relación se instala cómodamente en la soltería bien arropado por un ex al que recurre cuando le conviene y el que resultó dejado, retrasa su duelo y sufre más de lo estrictamente necesario, que no es que sea poco.
El miedo a perder a la persona amada, nos hace muchas veces situarnos de cabeza en el camino directo a la pérdida con deshonores, en lugar de hacer lo único que quizás podría conseguir rentabilizar las pocas posibilidades que tengamos: actuar con decisión, dignidad y un firme compromiso con lo que tú quieres y con aquello en lo que tú crees como bueno, auténtico, hermoso y verdadero. Nada de juegos, nada de pseudointentos raros: vamos a cogernos de la mano y aprender a crecer juntos, para ser más grandes que nuestros problemas. Y si tú no quieres lo mismo que yo, entonces nos separamos en paz y seguimos con nuestras vidas, porque yo quiero y merezco un amor fuerte que camine a mi lado y luche conmigo.
¿Qué hay detrás del ir poco a poco y a ver qué pasa? Pues lo que suele haber es desamor, bien aliñado por una buena dosis de dependencia y miedo a la soledad. Y en el fondo, no es más que una manera de desapegarse sin sufrir demasiado.
Recuerda que una relación no es un premio que te dan por portarte muy bien. La mitad de la relación eres tú y tienes todo el derecho del mundo a decidir lo que quieres y lo que no quieres en ella. Si te sientes como una marioneta sin voluntad en manos de las decisiones de otra persona, no lo dudes, ya no estás obrando con amor, estás obrando con miedo.
¿Te han metido un vamos poco a poco y lo que surja por toda la escuadra? Mi consejo: observa lo que tú sientes, RESPÉTALO y observa si tu decisión fluye contigo o debes forzarte para poder aceptarla y sobre todo, no olvides que como decía el viejo refrán: el valor espera; el miedo va a buscar.