Revista Cine

Mi gran noche

Publicado el 09 noviembre 2015 por Pablito

Convencido de que hoy más que nunca la gente necesita humor en sus vidas, Álex de la Iglesia sigue anclado en un terreno en el que ha cosechado grandes éxitos como La comunidad (2000), Crimen Ferpecto (2004) o la muy notable Las brujas de Zugarramurdi (2013). Amante de las historias con ritmo que dibujan una realidad caricaturesca, hiperbolizada -aunque no más disparatada que la propia realidad, exagerada de por sí-, el director bilbaíno pega un nuevo golpe de autoridad en la mesa con su último trabajo, Mi gran noche (2015), una de sus mejores películas. Mientras el constante devenir de los acontecimientos impide que despeguemos los ojos de la pantalla y siempre haciendo gala de su característico humor negro, De la Iglesia hinca aquí el diente a muchos temas recurrentes de su filmografía, como la telebasura, la crisis económica -la protesta de los trabajadores en el exterior de la cadena, cómo las empresas de aprovechan de esa gente desesperada que busca trabajar a cualquier precio…- o de la superficialidad dominante. Pero si hay algo de lo que habla Mi gran noche, es de cómo la vulgaridad eclipsa cada vez más al talento, al verdadero esfuerzo; de cómo la ordinariez avanza a pasos agigantados en nuestros días, en detrimento de la clase y el buen gusto. 

1439476524-locura-iglesia-raphael-mario-casastinima2015081302805

Mi gran noche es una de esas películas imposibles de resumir, en las que hacer una sinopsis es una tarea casi tan complicada como el saber coreografiar todo este amasijo de personajes e historias paralelas que sostienen la película, embrollo del que el tándem de guionistas formado por el propio De la iglesia y Jorge Guerricoechevarría salen muy bien parados, pero si tuviésemos que hacer el esfuerzo diríamos que se narran las aventuras a las que se enfrenta José (Pepón Nieto) cuando es contratado como figurante en una gala de fin de año rodada en pleno agosto en Madrid; una gala en la que todo puede pasar y en la que deberá fingir estar divirtiéndose junto al resto de contratados. Y todo a pesar de lidiar con la visita sorpresa de su madre, una compañera de mesa gafe, unos presentadores que no se soportan, disparos y toda clase de accidentes. Y es que si hay algo que no se le puede reprochar a este vodevil lleno de luz, ritmo y diversión es el de ser una película aburrida, más bien todo lo contrario. Los guionistas alumbran un espacio escénico absolutamente desternillante por el que se desenvuelven una fauna de personajes, cada cual más esperpéntico, con los que empatizamos de cierta forma porque no son más que un reflejo de la sociedad. Algunos pueden acusar a De la Iglesia y Guerricoechevarría de caricaturizarlos en exceso; no será este cronista, que piensa que se quedan cortos comparados con los que toca ver todos los días a nuestro alrededor. 

Como si de un tablero de ajedrez se tratara, los guionistas se las ingenian para ir moviendo todos sus personajes de forma simultánea, manejando mil cauces narrativos a la vez, sin que en ningún momento el conjunto quede sobrecargado o se haga difícil de seguir; la película seduce por su infatigable sucesión de acciones. Aunque por muy bien escrita que esté, cierto es que la gracia que recorre de punta a punta la obra no hubiera sido posible de no contar con un elenco coral de actores -Machi, Pávez, Suárez, Silva…- que dominan majestuosamente la película, aunque si hay alguien para el que este trabajo está hecho a medida es Raphael, al que el director ya le había rendido homenaje en la muy comprometida -y necesaria- Balada triste de trompeta (2010), no sólo por tomar prestado el título de una canción del mítico cantante que cumple ahora 55 años de carrera, sino por la propia obsesión que el personaje de Carlos Areces tenía con él. Raphael interpreta a la antítesis de sí mismo, se ríe de los excesos de las estrellas -su apariciones al estilo Darth Vader o de blanco reluciente tipo Marlon Brando en Superman, son para enmarcar, así como las batallas dialécticas que mantiene con la estrella juvenil del momento y que ahora acapara la atención de la audiencia, Adanne (Mario Casas)-, y suena como favorito al Goya al mejor actor revelación, aunque en su currículum figuran casi una decena de películas en los años 60 y 70.

mi-gran-noche-alex-de-la-iglesia

Mi gran noche es una obra que desborda imaginación, tanto verbal como visual, y en la que los amantes de las historias corales y con ritmo disfrutarán de lo lindo. Se puede contemplar desde una posición de espectador medio, lo cual no está nada mal, o se puede ir un paso más allá y detectar que, en el fondo, no es más que un espejo del mundo real: y es que, el que esto escribe, no encuentra diferencias entre esa jungla que personajes encerrados en un lugar en el que intentan sobrevivir cada cuál a su manera, y la sociedad en la que vivimos, atrapada en un mundo donde cada cuál busca sus propias artimañas para ganarse la vida. Mi gran noche, en conclusión, es la vida a 25 frames por segundo. Y eso, más que risa, da pánico.


Mi gran noche


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


Pablito 4877 veces
compartido
ver su perfil
ver su blog

El autor no ha compartido todavía su cuenta El autor no ha compartido todavía su cuenta

Revistas