Revista Salud y Bienestar

“Mi hijo no quiere comer”

Por Zonavital @tuzonavital

Esta frase es una de las cosas que más nos hacen similares a los padres, independientemente del modo de crianza, costumbres y principios. Sin embargo, es necesario aprender que el desarrollo de conductas de alimentación adecuadas y saludables en el niño depende en gran medida de la actitud de los padres en el acto de alimentar.

“Mi hijo no quiere comer”

Cabe destacar que alimentar implica una interacción de dos: el cuidador, generalmente la madre, y el niño. Al principio esto idealmente se logra a través de la lactancia materna. Se establece una comunicación entre ambos fundada básicamente en el llanto del niño y la oportuna respuesta de la madre, quien pronto aprende a diferenciar en su hijo un patrón para cada necesidad. Esta manera de comunicarse, poco a poco se ve enriquecida con la presencia de sonrisas, miradas y primeros vocablos que el niño emite.

Según las recomendaciones, de los 6 meses en adelante se da inicio a la alimentación complementaria (alimentos sólidos o líquidos distintos a la leche materna). Por lo que la sana interacción entre el niño y su cuidador en estas etapas lo llevarán en un futuro próximo a independizarse y a alimentarse por sí mismo.

Es importante señalar que los padres ejercen gran influencia sobre la conducta alimentaria de sus hijos. En el período neonatal una dieta variada garantiza al feto una amplia exposición a sabores a través del líquido amniótico. Luego del nacimiento la leche materna también lo permite pues la misma se correlaciona con la dieta de la madre. Los padres además determinan el ambiente en el que se desarrolla la alimentación, dónde y cuando ocurre.

Un estilo de alimentación responsable e ideal es aquel donde el niño es guiado, estableciendo límites de comportamiento y donde se dan respuestas adecuadas a sus señales de hambre. Del mismo modo el alentar al niño a auto-alimentarse , en un principio con sus manos a pesar de que “ensucie las cosas” y luego con cubiertos acordes a su edad a pesar de que “no lo haga correctamente”.

Ahora bien, según lo explica Dra Rita Antonini (Pediatra-Máster en Nutrición Clínica), “las dificultades de alimentación se definen como cualquier situación que represente una interferencia negativa sobre el proceso normal de alimentación del niño. Las principales dificultades son el niño con poco apetito (hiporexia) y el altamente selectivo a la hora de comer”.

La hiporexia o poco apetito puede ser secundaria a una enfermedad orgánica, puede ocurrir en niños deprimidos o lo más común, niños muy activos, más pendientes del juego y la interacción con su entorno que del comer, quienes además no identifican claramente la sensación de hambre y saciedad. En estos casos, mientras el niño aprende a identificar estas sensaciones y bajo la supervisión del pediatra tratante, los médicos recomiendan el uso de suplementos nutricionales formulados para la población pediátrica.

Sin embargo, puede ocurrir también que los padres consideren a su hijo con poco apetito, por sobre-estimación de sus necesidades reales y en este caso el consejo oportuno del pediatra permitirá corregir dicho error de apreciación.

Algunas de las recomendaciones  que se consideran son las siguientes:

  • Alimentarlos siempre en el mismo horario y distanciar las comidas y refrigerios de 3-4 horas.
  • Servir porciones pequeñas.
  • Las comidas deben durar un máximo de 30 minutos.
  • Mantener una actitud neutral.
  • No utilizar los alimentos como expresión de afecto.
  • En el inicio de la alimentación complementaria garantizar la máxima exposición a sabores y texturas.
  • Los padres deben tener en cuenta que a veces para lograr la aceptación de un nuevo alimento son necesarias hasta 10 exposiciones al mismo.
  • Ofrecer consistentemente nuevos alimentos sin presionar al niño es la clave, entendiendo que aceptarlos toma tiempo pero con paciencia se logra.
  • También deben respetarse preferencias de alimentos dentro de un mismo grupo (por ejemplo que acepten algunos vegetales y otros no) y evitar hacer “puntos de honor” con alimentos preferidos por los padres pues esto,  junto con la presión que ellos pueden ejercer a la hora de comer, suele incrementar el rechazo.

En líneas generales la prevención y manejo de las dificultades de la alimentación se basa en una conducta responsable del cuidador. Alimentar al niño de acuerdo a sus necesidades reales de apetito y saciedad, responder positivamente a sus intentos de auto-alimentarse, conocer las distintas etapas y dificultades que atraviesa, desde que “es alimentado” hasta que logra “comer por sí mismo” son fundamentales.

“Mi hijo no quiere comer”

Y entre otras cosas, sea el ejemplo a seguir tanto con buenas costumbres en la mesa, como de alimentación variada y saludable, de manera que intente hacer de la hora de comer un rato agradable, ameno y familiar.

 
 
Con información de Creatividad y Media,
y aportes de la Dra Antonini
Pediatra-Máster en Nutrición Clínica

Volver a la Portada de Logo Paperblog