Hay agobios y agobios. Está el agobio de un neurocirujano ante una operación de vida o muerte y está un agobio mucho más aterrador: el de tu pareja ¿Activamos el protocolo de alarma o no es para tanto?
En un gran tanto por ciento de los casos, el agobio suele ser el más directo antecedente del aún más temible necesito un tiempo. Si tu pareja ha empezado a estar fría, distante o rara y acto seguido, ha aparecido declarando sentirse agobiada por la relación, sí, tienes motivos para preocuparte. No es buena señal. En el caso de que el agobio fuera inocuo y sólo tuviera que ver con otras circunstancias, te recomiendo decirle a tu compañero que la próxima vez que necesite, por ejemplo, tomar una tarde libre para desagobiarse, se exprese de una manera menos aterradora. Por eso de los infartos y tal…
Fuera de estas salvedades, el agobio más común y corriente en el contexto de una relación, viene precedido de un cambio de actitud repentino e inexplicable, cuando todo iba aparentemente bien. De pronto, tu pareja empieza a tener menos tiempo libre; a comunicarse menos; a esgrimir excusas e historias para no dormir. Si le preguntas, en un principio afirmará que no pasa nada, que simplemente está más ocupado, que su jefe le aprieta, que tiene mucho que estudiar, o cualquier otra historia por el estilo. Puede que ahí asome, tímidamente, la primera insinuación de agobio.
Tú, que eres el hombre o la mujer más comprensivos del universo, decides no insistir y dejarle su espacio. Todos necesitamos nuestro espacio ¿no?. Pero el distanciamiento persiste. Vuelves a sacar el tema. Tu pareja, se pone a la defensiva y sigue dándote excusas. A ti empiezas a mosquearte. Porque a ti también te aprieta tu jefe y no por ello te agobias con tu pareja (¿qué tendrá que ver la velocidad con el tocino?).
En este punto, tienes varias opciones. Entrar en pánico, tirar tu dignidad por la borda, llorar, amenazar, suplicar, exigir un cambio de actitud y espiar histéricamente las horas de conexión de tu pareja; o bien, respirar hondo unas diez veces y afrontar una conversación seria.
Una conversación que debería iniciar con algo así: Lo siento, pero no te he comprendido bien. ¿Por qué te agobia nuestra relación? ¿Puedes decirme qué es lo que realmente está pasando?
Porque el agobio es una muy pobre explicación para justificar la falta de atención, de cariño y de comunicación. Los cambios de actitud repentinos y los agobios en la pareja no aparecen solos, mejor dicho, suelen aparecer de la mano de un tercero por el que precisamente, nuestra pareja está sintiendo de todo menos agobio.
Pero vamos a ser moderadamente optimistas y suponer que no hay terceras personas. Aun así, toda esa difusa retahíla de no sé que me pasa, me estoy agobiando, no sé si veo un futuro contigo, no sé si quiero una relación o raparme la cabeza y hacerme hare krishna…debería ser escuchada, respetada, mas no aceptada como forma de explicar un problema del que hasta ahora no tenias noticia alguna.
Aunque si tu pareja quiere tiempo, distancia, alejarse, no verte o liarse con otra u otras personas, lo hará sin que medie permiso por tu parte, cuando aparecen los agobios, conviene no cometer un error muy común. Perseguir a la persona, intentar reconquistarla, intentar grandes gestos románticos, enviarle flores o cartas de amor, redoblar los esfuerzos cariñosos, etcétera…Sobre todo si notas que tu pareja no está receptiva. Todos estos gestos mejor dejarlos para cuando la situación se normalice (si se normaliza). Al intensificar tus atenciones amorosas como reacción al distanciamiento (que tú no causaste) de tu pareja, lo que demuestras no es amor, ni lucha, ni todas esas cosas en las que estás pensando. Lo que demuestras es que estás muerto/a de miedo. Sí, ya sé que verdaderamente lo estás. Yo también lo estaría, créeme. Pero obrar con miedo, tirar tu autoestima por la borda o intentar comprar un acercamiento con regalos y favores, no es buena idea. No sólo nos resta toneladas de atractivo; también genera agobio, pero en esta ocasión, un agobio real y plenamente justificado.
El error número 2 es entrar a negociar las demarcaciones de los agobios. Esto significa cosas como acordar veros cada 15 días, o sólo por la tarde a la hora del café, o no hablaros durante días, o directamente pasar a los famosos tiempos y plazos. Haced esto y os espera un montón de angustia e incertidumbre absolutamente innecesarias.
Si estás en una relación recién iniciada y tu flamante pareja te sale con el agobio, es muy común que lo acompañe con algo así como es que todo ha ido demasiado deprisa. Esto ocurre a menudo en las relaciones que se inician tras una reciente ruptura, vulgarmente conocidas como relaciones de rebote. Curiosamente, la persona que se agobia y se queja de la rapidez con la que se ha desenvuelto la historia, también es la misma que hasta hace dos días planeaba los nombres de vuestros futuros hijos. No te rompas la cabeza. Salvo escasas excepciones, relaciones que empiezan rápido, terminan rápido y las prisas excesivas suelen indicar más necesidad, que amor.
Y sí, se puede confundir el estar locamente enamorado con locamente necesitado.
De modo que cuando una persona con la que acabamos de empezar una relación esgrime tanto el agobio como el vamos demasiado deprisa, prepárate para el siguiente checkpoint de la lista: necesito estar solo/a.
Si tu tiempo es oro, en este punto lo más recomendable es aceptar, asumir y acto seguido, aplicar contacto cero. Una persona conocida, ya perro viejo en estas lides, tuvo la presencia de ánimo de despedirse de su reciente pareja agobiada con un: me ha encantado estar contigo y te deseo lo mejor del mundo. Pero ahora soy yo quien no deseo seguir adelante. Tu agobio me ha agobiado a mí.
No te voy a engañar: cuando se produce una ruptura de este tipo, las posibilidades de un regreso son muy escasas, teniendo en cuenta de que ya de por sí, las vueltas de los ex son la excepción y no la regla. No obstante, una actitud firme que comunique al otro que nos ha perdido en la misma medida que tú le has perdido, siempre favorece nuestras posibilidades al respecto.
Cuando hablamos de una pareja de años, los agobios que implican distanciamiento pueden ser el principio del fin. Normalmente si nuestra vida se complica por factores externos, lo que más te apetece es apoyarte en tu pareja, pues tu pareja no se percibe como una carga, sino como un sostén y un alivio. Si mi trabajo es un infierno, los exámenes de fin de curso me sobrepasan o tengo problemas familiares, mi compañero/a de vida es mi reducto de paz, mi descanso del guerrero. En caso de percibirlo como una carga o un fastidio, tenemos un serio problema.
Recuerda: en una relación que marcha bien, en la que ambas personas tienen lugar para tener una vida propia y donde hay libertad, equilibrio y correspondencia, no hay sitio para el agobio.
El hombre crece, florece y se renueva constantemente en el amor, o muere (Rainer Maria Rilke)