Cuando afrontamos una meta a medio o largo plazo, es necesario enfocar exactamente el resultado que queremos conseguir. Ya he escrito otras veces sobre lo importante que resulta definir objetivos en lugar de propósitos. Para que un propósito se convierta en un verdadero objetivo, este debe ser concreto, realista y motivador. Concreto en términos de resultado y plazo para cumplirlo; realista para tener alguna oportunidad de alcanzarlo con un esfuerzo razonable; motivador para conseguir el compromiso necesario a lo largo del tiempo.
Generalmente, es bastante sencillo definir objetivos de forma concreta. Basta con tener claro el plazo de tiempo y un resultado que se pueda medir. Si quieres mejorar tu formación durante este año, deberás fijarte un objetivo que diga cuántos y qué cursos quieres completar, y cuál es la fecha tope. Por ejemplo: “Terminar dos cursos, uno de auditorías internas y otro de elaboración de manuales de políticas y procedimientos, y certificarme en ITIL v3, antes del 30 de noviembre”. En cuanto a la motivación, si realmente te interesa tu formación, y dado que el único trabajo que tienes que hacer es inscribirte y asistir a unas cuántas clases, quizá no sea un gran problema.
Ahora piensa qué sucedería si el objetivo fuera digitalizar todo tu archivo de papel de los últimos 5 años, antes del 1 de julio. Sabes que es necesario, pues tu archivo es un desastre; tienes claro cuánto –alrededor de 500 documentos–, y cuándo –antes del 1 de julio–. Quedan 2 meses, así que el objetivo también es realista. Sólo hay un problema: el simple hecho de pensar en la pila de papeles que tienes que digitalizar es para echarse a llorar. Cada documento te llevará alrededor de 3 minutos procesarlo, así que una simple multiplicación te dice que el proyecto consumirá ¡1.500 minutos de tu vida! O lo que es lo mismo, 25 horas de trabajo ininterrumpido.
Situaciones como esta son muy comunes. No te quiero engañar, comprometerte con objetivo a largo plazo es complicado. No sólo tendrás que lidiar con el plazo, también con la dificultad de la tarea, y en sentidos aparentemente paradójicos. Por ejemplo, resulta obvio que si el trabajo es monótono o difícil, la motivación decaerá rápidamente, y donde no hay motivación nunca hay compromiso. Pero si el trabajo es demasiado fácil, tu tendencia natural será ir posponiéndolo, en la confianza de que tienes mucho tiempo por delante; finalmente el tiempo se te echará encima y llegarán las prisas y el estrés.
¿Qué puedes hacer, entonces? Lo que a mi me funciona es “romper” el objetivo final en varios objetivos parciales, cuanto más frecuentes, mejor. Lo importante es que cada objetivo parcial cumpla exactamente las mismas reglas que el objetivo final: ser concretos, realistas y motivadores. En el caso que nos ocupa, por ejemplo, se pueden establecer metas semanales de unos 190 documentos digitalizados –el objetivo es concreto–. Digitalizar menos de 200 documentos en 7 días ya no parece algo inalcanzable –el objetivo es realista–, y al mismo tiempo sigue suponiendo un reto, pues te obligará a dedicar al menos 25 minutos diarios si quieres conseguirlo –también es motivador–.
Si lo necesitas, puedes ganar motivación adicional conviertiendo las metas parciales en un juego –a ver cuántos documentos eres capaz de digitalizar esta semana–, y estableciendo pequeñas recompesas cada vez que las consigas.
Utilizando esta técnica consigues generar una serie de compromisos a corto plazo o microcompromisos, que te ayudarán a mantener el esfuerzo durante periodos de tiempo prolongados. La razón es que los microcompromisos resultan mucho más fáciles de sostener, ya que la relación entre el esfuerzo realizado y el resultado obtenido es más evidente. O dicho de otro modo, no es lo mismo tener que esperar 2 meses para sentir que has cumplido, que celebrar un éxito cada pocos días.
Por si eso fuera poco, establecer metas parciales tiene dos ventajas adicionales. Por un lado, te permite centrarte en el aquí y ahora, la forma de trabajo más efectiva cuando estás inmerso el la vorágine diaria. Y por otro, te ayuda a establecer controles periódicos y revisar si estás avanzando como esperabas, algo fundamental para objetivos clave que pueden tener un gran impacto en tu productividad personal.
Así que ya lo sabes: crea microcompromisos cada pocos días y verás como te resulta mucho más fácil alcanzar cualquier meta que te propongas, por complicada que parezca.
¿Cómo manejas tú los objetivos a largo plazo? ¿Has encontrado algún truco que te funciona bien? Comparte tus experiencia con nosotros en un comentario.
Artículo original escrito por Jero Sánchez. Sígueme en Twitter.
Foto por Nate SteinerSi te gusta lo que has leído, cómpartelo arriba, danos tu opinión en un comentario y considera suscribirte al blog --es gratis.
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