Revista Vino

Microcosmos y una revolución pendiente.

Por Louzan
Llevo enfrascado en un proyecto días y días y aunque siempre penando "en clave de vino", la verdad es que tengo esto algo desatendido.
Una visita este fin de semana a un viñedo ya conocido y la busca de otra información me han llevado a una de esas catarsis mentales en las que se me ocurre algo que creo que vale la pena compartir y por ello escribo estas lineas.
Tal vez nos estemos equivocando. Digo esto a efectos de nuestro modo de entender los grandes vinos pero, sobre todo, al modo en que tantas veces tratamos de transmitir a los demás como es que se encendió en nuestras mentes y corazones esta pasión desmedida por un tipo concreto de vinos, los que Joe Dressner llamaba "auténticos" en contraposición a otros a los que definía como "esperpentizados" (spoofulated en ingles. Traducción libre). Porque dentro de lo autentico es tal la amalgama de definiciones que pululan por el mercado que en ocasiones se hace difícil definir de que estamos hablando utilizando además únicamente la letra escrita y obviando lo importante de el lenguaje interpersonal, cuando uno puede sentir la inflexión de cada palabra y mirar a los ojos y a las manos a su interlocutor.
Microcosmos y una revolución pendiente. Yo creo que se trata de respeto. Un respeto interdimensional, basado en la sinceridad y en la autenticidad y carácter de cada uno. Respeto del viticultor a la viña, de este al resultado de cada añada, respeto al elaborar, hacia las uvas pero también hacia el consumidor, que no merece ser engañado, por muy legal que sea el engaño o por mucho que el consumidor desinformado ignore que está siendo engañado. Respeto al explicar el producto de cada vendimia, al no abusar del marketing y la publicidad para no tratar de hacer grande un vino pequeño o exclusivo un vino masivo. Respeto.
Por otro lado está el respeto que el consumidor debe al producto pero también al productor. Respeto para ser un consumidor informado, que sepa valorar y medir los esfuerzos, que entienda que hay cosas que cuestan tiempo y dinero. Que hay esfuerzos que merecen la pena y que determinadas cosas son exclusivas porque lo es su producción y su mera existencia, y no porque lo diga ningún Gurú. Respeto a que existe una industria que da trabajo a miles de personas, y que por lo tanto tiene un lugar. Respeto por lo tanto para no pedir a quien no es industria que se comporte como tal y para no pedir a la industria que no sea lo que es, autora de un producto de masas carente de especificidad y calidad pero barato y mayoritario.
Microcosmos y una revolución pendiente. Y por ultimo respeto al comunicador, que debe discernir, en base únicamente a la comparación (tan denostada y tan necesaria) y a la pura comprensión de lo evidente que hay cosas que son lo que son y otras que, aunque lo pretendan, jamas serán nada especial ni memorable.
Leyendo este post de Terroaristas me asalta otra cuestión no menor. Porque existe una administración que ha demostrado, por activa y por pasiva, no estar dispuesta a asumir la calidad como un objetivo claro a ningún plazo. Ya no por la nula gestión y adaptación a la revolución pendiente de los vinos auténticos fuera del circuito de la industria, sino por su absoluto inmovilismo y parálisis a aceptar que 2013 no tiene, hablando de vino, nada que ver con los años 60. Es por ello que la pregunta al respecto de la división, indudablemente mas acertada, de las DO`s en pequeños microespacios donde realmente quede reflejado el terroir en toda su extensión se vuelve hoy casi urgente.
No se si alguien se ha dado cuenta pero perdemos una batalla que ni siquiera ha comenzado. Hay un camino que andar en los próximos 25 años y alguien debería decidir, cuanto antes, en que dirección quiere que vayan los vinos españoles. O bien hacia una competencia perdida de antemano con otros lugares donde hay mas medios, mas mano de obra a menor precio y mas superficie donde plantar viñedo, o bien hacia una especialización real y manifiesta, que prime criterios claramente restrictivos y escrupulosos en cuanto a selección, cuidado al viñedo y atención a procesos de elaboración libres de intervención, mas allá de lo estrictamente necesario (SO2 y poco mas) . O Rolex o setas, para entendernos.
Este otro post del gran Antonio Portela (Viticologo) es en parte el culpable de esta reflexión. Castrelo, en Cambados, es hoy en día la punta de lanza de algo que no somos capaces ni de medir. Algo que, o bien es el futuro, o está condenado a morir aplastado por la masa. Hacer vino contra el sentido mercantil imperante desde hace décadas. Hacer vino contra el sentido común y a favor del sentido de lo autentico que muchos defendemos. Castrelo es el puerto de Boston en diciembre de 1773. No estamos de acuerdo con los impuestos del te. Dejando de lado todas las evidentes dificultades que la comparación tiene, la idea es la misma. Hay un modo establecido de hacer las cosas que todo el mundo, todo, acepta como el correcto y adecuado. Unos pocos, equivocados o no, sabemos que no es esa la manera y queremos la independencia.
Microcosmos y una revolución pendiente. Una independencia que se basa en ser distintos, como ya son, como ya somos. No queremos vinos "esperpentizados" así que de alguna manera habrá que describir a estos, que sea distinta totalmente, diferente a nivel administrativo, a todos los demás. E inviolable. Hacer vino al nivel de Albamar o Nanclares, u otros muchos que nosotros conocemos pero los demás no, debe ser difícil. Difícil, pero no imposible, y debe ser recompensado, siempre que sean capaces de mantener en sus vinos la emoción que nos transmiten cuando los abrimos. Y eso debe tener un nombre, oficial, reglado y defendido por el texto de la ley y por las instituciones y totalmente diferente a lo que hacen todos los demás, que está bien, por supuesto, pero que no es lo mismo. No es lo mismo por razones que todos sabemos, que la industria sabe, y que por supuesto, la DO y su organismo rector sabe.
No es ni una acusación ni una disculpa. Es un hecho. Alguien debe determinar si España y sus viticultores auténticos van a tener armas y herramientas legales suficientes para definir su esfuerzo como diferente al resto de la industria o si deben seguir enfrascados en una batalla desigual donde solo pueden morir o unirse al grupo (con enormes esfuerzos económicos que para nada es el momento de asumir, aunque se sea capaz de ello). De momento, y me disculparan si soy así de franco, tengo la sensación de que seguiremos siendo el hazme reír del mundo del vino de calidad y gran prestigio.
Así lo veo.
* Fotos del viñedo de Nanclares en Castrelo (Cambados) extraidos de su propia web. Litografia de Sarony&Major de 1846 que historicamente ilustra el "Motín del té" en Bostón que dio lugar a la Guerra de la Idependencia de los EEUU.

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