Fue uno de esos días especiales. 24 horas que marcan. Lluvia a cántaros. Frío imprevisto. Y a pesar de todo, rumbo al norte, a Montpéllier. De forma por completo inesperada, los organizadores de Millésime Bio 2012 (la feria más importante de vinos procedentes de uva de cultivo ecológico: ¡580 bodegas en 2012, del 23 al 25 de enero!) me invitaban a participar en el jurado de la quinta edición del Millésime Bio Challenge. Incrédulo, me cercioré dos veces: ¿seguro que no se equivocaban? Y no. Para mi alegría, es habitual en este tipo de jurados mezclar profesionales de la enología, de la sumillería y de la restauración con periodistas y con amateurs, entre ellos bloggers. Fue una jornada tremendamente estimulante en muchos sentidos. Puede que el día no fuera el mejor pero el hecho de poder probar más de 200 muestras de este tipo de vinos (aquí nadie habla de natural o de biodinámico: sólo se atiende con escrúpulo a que las uvas estén certificadas como de cultivo ecológico), me dio una gran ocasión para tomar el pulso real a la producción mundial. No voy a escribir sobre esto porque los resultados ya son públicos. Sí voy a decir que tuve doble suerte porque me pidieron que me quedara también por la tarde, para decidir cuáles, de entre las medallas de oro concedidas, iban a tener la mención especial del concurso. Y estuve en la mesa en la que se decidieron tres de estas cuatro menciones especiales. Como en cualquier gran concurso, las botellas son muy desiguales y la criba acaba imponiendo, sin demasiadas dudas, la calidad. Siempre subjetiva, por supuesto, pero de lo que yo probé y hasta donde alcanzo, calidad sin duda. Podéis consultar la lista completa de premios en el pdf que he enlazado y podéis (si puedo, yo lo haré de nuevo), planear un viaje a Montpéllier en enero, para probar todo con calma.
Pero de lo que yo bebí, bien en las mesas del jurado, bien durante la comida, algunas recomendaciones de compra sí quisiera hacer. Son pocas pero creo que merecen la pena. Por si alguno de los lectores tiene a mano estas botellas, yo no dejaría de comprar (¡me incluyo!): del Domaine Phillippe Goulley, su Cuvée Simone Tremblay 2009, un chablis 1er cru Fourchaume de gran pureza varietal. Del Domaine Theulet&Marsalet (René y Fanny Monbouche) su Cuvée Émilie, un AOC Monbazillac, que aúna la riqueza de los vinos del Sauternais con la frescura y delicada fuerza de los de Bergerac (un gran descubrimiento, mi "coup de coeur", sin duda en estos premios). Tuvo mencion especial un QbA del Mosela, de Weingut zur Römerkelter, su Beetle Riesling Trocken 2010. Los mayores entendidos discrepan algo sobre la añada 2010, yo solo digo que éste es un buen vino pero que he bebido (tanto en el Mosela como en el Rin como en el Palatinado) cosas que me gustan más. De mis queridos y admirados Albet i Noya (DO Penedès) destacaron algunas cosas, no menciones especiales pero sí medallas de oro: no dejen de probar su Syrah Colección 2008 y su Tempranillo Clàssic 2010 (éste último es un vino muy placentero). De la Azienda Agricola Erbaluna (DOC Piemonte, en La Morra), yo no me perdería su Barolo Vigna Rocche 2007. Y del gran Jean-Louis Dutraive (AOP Fleurie, corazón del Beaujolais), del Domaine de la Grand'Cour, su Clos de la Grand'Cour 2010. En la comida salieron otros vinos que, supuse (no he tenido tiempo de hacer la comprobación), fueron premiados en ediciones anteriores del concurso. Me dediqué a probar sistemáticamente los champagnes y me quedé con dos de ellos. De la bien conocida y admirada (yo lo hago, vaya), Françoise Bedel, su Origin'elle, un ensamblage mayoritario ahora mismo del 2004 (con algo de 2005) y predominio de la pinot meunier (es una de las grandes en esta variedad), más un 32% de chardonnay y un 11% de pinot noir. Un prodigio de equilibrio y frescura. El segundo fue el Brut Millésime 1998, Grand Cru de Ambonnay de André Beaufort, con una larga crianza magistralmente bien asentada.
Los vinos de Albet i Noya se encuentran fácilmente. Los de Dutraive, los vende mi amigo Julien y el champagne de Françoise Bedel es una de las estrellas de Wein&Umami. Que yo sepa, el resto de vinos, no los trae nadie (¡en Barcelona!).