Anda el personal soliviantado en Rías Baixas a la vista de que la vendimia confirma en kilos de uva las previsiones de los viticultores, que consideraron "escaso" el incremento del 15% en el rendimiento por hectárea que en pleno mes de Agosto autorizo el consejo regulador. En cristiano, cada viticultor paso de poder cosechar 12.000 kilos por hectárea a 15.000 kilos. Las previsiones hablaron de 38 millones de kilos de uva... si, si, 38 millones de kilos.
Leo que la vendimia esta dando de si lo que se aguardaba y me pregunto que van a hacer con semejante cantidad de uva. Una uva de calidad ínfima (la mayoría) manejada por cuatro cooperativas muy concretas que, según denuncian algunos sindicatos, acabará creando una bolsa de "uva B" que derivara probablemente en la situación vivida en años pasados, con centenares de viticultores sancionados por incremento de cupo.
Y no dejo de pensar en los rendimientos por hectárea autorizados en, por ejemplo, Burdeos (5.000L/Hec), Chablis (5.800L/Hec) o Saar (Alemania. 3800L/Hec). ¿De que vivirán estos viticultores y productores?, Seguro que solo de subvenciones de la unión europea, hacinando sus producciones en cooperativas para la producción de vinos de baja calidad... ah, ¿no?. Ya.
Supongo que lo que ocurre es que, dotados por un hecho divino, los viticultores de Rías Baixas tienen la inmensa suerte de cosechar las uvas que Dios ha tocado con su bendito dedo. Solo así se explica que el consejo regulador insista año tras año en su frase lapidaria "estamos ante una cosecha excelente" mientras, año tras año, el consumidor especializado (al otro le da todo lo mismo) abandona cada vez mas el albariño por la caída libre de su calidad general. Ojo, general. Quedan y cada vez surgen mas profesionales que, preocupados por la calidad o por hacer perdurable un modelo de vida en el campo se deciden a embotellar su albariño fuera de la dictadura de las grandes marcas y cooperativas, con resultados variables pero habitualmente mejores que en el caso de los albariños masivos.
Y es que, recurriendo a la frase de la legendaria Celia Cruz "no hay camas pa tanta gente". Año tras año se constata que los precios por kilo de uva cosechada de hace diez años eran irreales y que el mercado, asolado como todos por la crisis, exige calidad a precios asequibles o, en un salto mortal, grandes marcas internacionales a precios imposibles. Chablis Premiere Cru, Borgoñas legendarios o blancos alemanes e italianos vuelven a sus "cuarteles de invierno" mientras el albariño que "traspasaba fronteras" retorna al modelo nacional por antonomasia... saturar el mercado.
No se que pasara pero diré aquí que la inmensa mayoría de los viticultores de la DO Rías Baixas no me dan ninguna pena ni creo sensatas o adecuadas sus demandas. Quieren cosechar mas, no mejor, y como consumidor debo decir que no. Yo se que albariño quiero, se quien lo produce y se que, con altibajos, sus vinos me aportan garantías de experiencias buenas y recordables que otros no me merecen ni me ofrecen. Por mi pueden cosechar 15.000 quilos o mas. Sea como fuere es imposible que quien embotella millones de envases me garantice que el suyo es "uno de los mejores albariños de la DO". Es falso por muchas razones pero, sobre todo, porque desconoce que hacen con sus uvas sus mas de 400 cooperativistas (apliquese a cualquier cooperativa y se acertara). ¿Que viene difícil el año?, ¿que con estas cantidades la cosa pinta mal?. Se siente... seguro que alguien lo quiere. No hace tanto, los camiones venían de la meseta a traer... quien sabe. Ahora al menos tendrán razón de ser..