“De todos los héroes que los griegos observaban en el cielo (constelaciones de formas caprichosas), el hombre Hércules (o Heracles) fue el más amado sobre la Tierra, porque sus proezas eran más gloriosas aún que las de otros valientes. Nada tenía esto de extraño, porque si bien su madre, Alcmena, no era más que la nieta mortal de Perseo y Andrómeda, su padre era el propio Júpiter (Zeus).
Este parentesco con Júpiter le causó muchos infortunios, porque la diosa más poderosa, Juno (Hera) fue su enemiga durante toda su vida. Juno se enfadaba siempre porque su marido se enamoraba de otra. Aborreció a Hércules desde que nació, porque el niño no era su hijo. La celosa diosa envió a dos serpientes venenosas para que destruyeran a la criatura en la cuna. Pero cuando el pequeño abrió los ojos y las vio, las cogió con sus propias manos y las estranguló en un instante.
Durante largo tiempo, Juno fingió haber olvidado su ira. Hércules creció, llegó a su edad viril y su fuerza superó a la de diez hombres normales juntos. Se casó con una bella muchacha, y de esa unión nacieron varios hijos. A Juno le resultó insoportable verlo tan feliz. Furiosa, la diosa le causó un repentino acceso de locura, y en esas condiciones Hércules mató a todos sus seres queridos. Este terrible acto aterrorizó a los dioses. Sólo la prudente Minerva (Atenea) siguió siendo amiga de Hércules y le devolvió la razón.
Para borrar la mancha del pecado que había cometido sin saberlo, el pobre Hércules tuvo que convertirse en esclavo de un rey llamado Euristeo. Las doce aventuras que emprendió el héroe para este ingrato monarca se llaman “Los doce trabajos de Hércules”. El intrépido héroe intentó una hazaña tras otra:
1) El león de Nemea.
2) La hidra de Lerna.
3) La cierva de Cerinía.
4) El jabalí de Erimanto.
5) Los establos de Augias.
6) Las aves del lago Estínfalo.
7) El toro de Creta.
8) Las yeguas de Diomedes.
9) El cinturón de Hipólita.
10) Los bueyes de Gerión.
11) Las manzanas de oro de las hespérides.
12) El viaje a los infiernos.
A Euristeo le asustó el éxito obtenido por Hércules y le ordenó que se marchara del país para siempre.
Poco después, Júpiter otorgó a Hércules la inmortalidad y lo transportó a los cielos, dándole por esposa a la bella hija de Juno, Hebe. Entonces, la propia Juno perdonó al héroe, a quien ya no podía despreciar. Con ello terminaron, por fin, todas las dificultades de Hércules.”