Revista Cine
Adaptándonos a la realidad hacemos una excepción doble: repetimos ofreciendo unos Momentos Musicales y además lo haremos recordando escenas de diversas películas, todas ellas protagonizadas por el inolvidable Jerry Lewis, a quien la parca se llevó hace unos días.
Actor cómico celebérrimo a mediados del siglo pasado, es más que posible probable que muchos jóvenes cinéfilos apenas le hayan conocido y aquellos que como quien firma le vieron en el cine tanto como luego en la televisión a la pregunta de su rasgo más recordado con toda seguridad mencionaríamos su inagotable caudal de gestos y muecas, sus batallas contra cualquier tipo de mecanismo inanimado o maquinaria, la inocencia de sus propuestas humorísticas alejadas de sarcasmos hirientes y más friamente, la observación de un trabajo ingente y robusto en los guiones y las escenas.
Pero seguramente casi nadie recordaría sus habilidades musicales.
Por eso me ha parecido que, a modo de homenaje, bien vale la pena recordar que, siguiendo las costumbres de hollywood, en esas comedias aptas para todos los públicos siempre había un momento musical: no olvidemos que Jerry Lewis se dió a conocer como pareja artística de Dean Martin.
En 1954 Dean y Jerry, a las órdenes de Norman Taurog, ofrecen en la película Viviendo su vida una versión más de la trama pergeñada por Ben Hetch en la que, en esta ocasión, un empleado de gasolinera, convencido de tener sus días contados por culpa de unas radiaciones, consigue una popularidad inusitada y unas comodidades provocadas por la compasión que su enfermedad ha producido en la sociedad, aunque está perfectamente sano y todo sea un enredo.
El personaje, un tal Homer Flagg, quiere bailar:
De verdad de la buena que no recordaba que Jerry Lewis fuese capaz de moverse de esa forma. ¿Ustedes sí?
Unos años más tarde Jerry Lewis se pone a disposición de Frank Tashlin para presentar una versión humorística y libre del famoso cuento de la Cenicienta: para la ocasión, cambio de sexo: Jerry será El Ceniciento y, como en el original, asistirá a un baile en el que su hora máxima será la medianoche:
Es de ver que las escenas de baile del siglo pasado apenas tenían montaje en comparación con las actuales y el motivo, sencillamente, es que entonces los actores que intervenían en ellas sabían moverse con cierta gracia y soportaban el rodaje y bastaban dos cámaras para un salto de eje. Bajar las escaleras como lo hace Jerry es sólo fácil en la mente de quien no lo ha intentado nunca o no ha leído jamás una entrevista a una vedette. Subirlas corriendo es otra cosa, más atlética: claro que cuando Jerry llegó a lo alto de esas escaleras sufrió un infarto y el rodaje se suspendió durante un mes. Gajes del oficio.
Si en 1960 Jerry versionaba un cuento clásico según guión de Tashlin, tres años después el propio Jerry Lewis acometió además del protagonismo la dirección de una película basada en guión propio, con la ayuda de Bill Richmond, en la que ofrece una visión cómica de la famosa novela corta de Robert Louis Stevenson, Dr. Jeckyll and Mr. Hyde, que aquí disfrutamos bajo el título de El profesor chiflado.
En su caracterización del alter ego Buddy Love, comprobamos que Jerry, además, también sabe entonar con ritmo un clásico:
Y ya que vamos de rendir homenaje, no me resisto a ofrecer una muestra de comicidad que proviene de 1953, Una herencia de miedo, dirigida por George Marshall
Qué buenos momentos gracias a Jerry Lewis.
Descanse en paz.