Revista Cocina

Modas peligrosas de dietas

Por Blogdefarmacia.com

La Semana Santa es el primer reclamo para el comienzo de la operación bikini. De hecho, son muchas las personas, en su mayoría mujeres, que en estas semanas acuden a la farmacia en busca de soluciones rápidas para perder peso, bien en forma de dieta bien en forma de complemento, tal y como reflejan los últimos datos del mercado Consumer Health, que da la patronal del autocuidado Anefp, que señalan que los productos más exitosos en el área de la Farmacia son los adelgazantes.

Pero, al margen de estos productos, las dietas siguen teniendo un lugar muy importante en la mente de las españolas, que no dudan en apuntarse a las “modas dietéticas”.

Recientemente, “ha aterrizado en España una nueva dieta hiperprotéica, la dieta Dunkan, basada en los mismos principios que las planteadas en los años sesenta y que básicamente defiende una carencia casi absoluta de carbohidratos”, apunta a CF Marta Garaulet, catedrática de Fisiología y Nutrición de la Universidad de Murcia. Este tipo de dietas hiperprotéicas, señala Alfredo Martínez, director del Departamento de Ciencias de la Alimentación, Fisiología y Toxicología de la Universidad de Navarra, “suponen un aporte del 40 por ciento de energía a partir de las proteínas, lo que conlleva unos efectos secundarios importantes como la cetosis, problemas renales o alteraciones de tipo cardiovascular”.

A estos problemas Aquilino García Perea, vocal Nacional de Alimentación, añade “que puede provocar osteoporosis al perderse calcio por el riñón por un exceso de proteínas”.

Modas peligrosas de dietas

RIESGO DE DEPRESIÓN
Pero para Garaulet un riesgo relevante es que muchos de los desórdenes del comportamiento alimentario que caracterizan a la población se desencadenan tras el seguimiento de una dieta de adelgazamiento como éstas. Además, alerta, “pueden desencadenar una depresión”. Y no por no perder los kilos marcados en poco tiempo, sino por la ausencia de determinados nutrientes en el organismo. Como explica Garaulet, “los carbohidratos, en concreto la glucosa, son componentes esenciales de todas las células y, cuando faltan, el organismo hace lo imposible por obtenerlos de las reservas produciendo un hambre atroz y específico por los hidratos de carbono, como consecuencia de la caída de la serotonina”.

Esta situación, continúa, “hace que aparezcan estados de depresión, tristeza, desánimo, mal humor e incluso fuertes dolores de cabeza”. Y es que, apunta, “la serotonina es un neurotrasmisor que se encuentra en el cerebro y que juega un papel muy importante en el estado de humor, en el grado de ansiedad, en la calidad y cantidad de sueño, en la percepción del dolor y en la conducta alimentaria”.Cuando la gente sigue una dieta rica en proteínas y pobre en carbohidratos, “las concentraciones plasmáticas de los grandes aminoácidos neutros aumenta.

Este grupo compite con el triptófano, el único precursor de la serotonina, que tendrá problemas para atravesar la barrera hematoencefálica, con lo que las concentraciones cerebrales de serotonina disminuyen de forma espectacular”, argumenta. Así bien, “para revertir este efecto y buscar un aumento de la serotonina el organismo centrará su apetito en alimentos como los dulces, que sustituyen la tristeza, la angustia y el nerviosismo”.

CON CIERTA PERMISIVIDAD
Pero si realmente, y según la voz de los expertos, estas dietas son tan perjudiciales para la salud, ¿dónde está el éxito? Según apunta García Perea, “al ser dietas a veces muy hipocalóricas, los resultados son muy significativos con pérdidas de peso rápidas, de ahí el éxito”. Además, la baja cantidad de hidratos lleva consigo una pérdida de agua, por lo que buena parte de los kilos perdidos son de agua y no de grasa”.

A esto hay que sumar la “cierta permisividad por parte de algunos prescriptores a la hora de establecerlas”, señala. Por otra parte, añade Garaulet, “son relativamente fáciles de hacer, y es que cualquiera puede hacerse un filete a la plancha y partirse un tomate”. Asimismo, “causan una disminución de apetito por la movilización excesiva de grasa”. A esto hay que sumar que “las proteínas presentan un elevado efecto termogénico, son más saciantes y se absorben con más dificultad que los carbohidratos o las grasas, por lo que engordarían menos”, indica. Sin embargo, todos los expertos consultados afirman que, además de perjudiciales, no está demostrado que sean efectivas a largo plazo.


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