Víctor Alvarado (publicado en cope.es/pantalla90)
Cuando un cineasta dirige una película, parece lógico que intente hacerla atractiva desde el primer minuto de metraje, si exceptuamos a Andréi Tarkovski que, según confesaba, se quitaba de en medio a espectadores poco experimentados o poco profundos, mediante unos primeros momentos muy áridos. Sin embargo, Wes Anderson nada tiene que ver con el cineasta ruso, y los primeros 20 minutos nos parecen realmente insoportables (planos imposibles y una banda sonora que enfatiza a algunos personajes que resulta sumamente irritante), luego la cosa se va arreglando y el producto mejora de manera notable, donde otro montador hubiese hecho maravillas.
Moonrise Kingdom (2012) narra, a modo de cuento, la fuga de dos niños de 12 años enamorados, que huyen a un bosque perdido dentro de una isla y a la posterior búsqueda por parte de todo el pueblo. Consideramos que no deben perderse la historia de amor que se teje a través de un carteo entre los protagonistas porque nos parece de una gran belleza.
Los nombres de este reparto coral lo conforman actores y actrices de la categoría de Frances McDormand, Tilda Swinton, Bill Murray, Edward Norton y un Bruce Willis que se sale un poco de su encasillamiento, aunque los verdaderos protagonistas son dos chicos desconocidos para el gran público como Kara Hayward y Jared Gilman.
Wes Anderson, conocido por Viaje a Darjeeling (2007) y la entretenida cinta de animación Fantástico Sr. Fox (2009), se considera un admirador de François Truffaut. Por esa razón, esta película es una especie de homenaje muy original al director francés con clarísimas referencias a los largometrajes que tenían algo que ver con la infancia como Los cuatrocientos golpes (1959) o La piel dura (1976), reflejando esa ternura que sentía por lo niños, en especial, por los que tenían dificultades como consecuencia de provenir de familias desestructuradas o ambientes inestables. El largometraje también expresa ese sentimiento nostálgico del realizador galo junto a ese inseparable amor a la literatura.
Finalmente, Moonrise Kingdom habla de la inocencia del primer amor, el compromiso matrimonial respaldado por una simbología cristiana, los valores de los boy scouts y la falsedad de los adultos frente a la trasparencia de los más jóvenes.
Por último, se critica a los trabajadores de asuntos sociales que sólo se preocupan de que las necesidades básicas del niño estén cubiertas, sin tener en cuenta que éstos buscan algo más como unas personas que los quieran y les transmitan seguridad.