Título original: N (Io e Napoleone)
Director: Paolo Virzì
Guionistas: Francesco Bruni
Furio Scarpelli
Giacomo Scarpelli
Paolo Virzì
Intérpretes: Daniel Auteuil
Elio Germano
Monica Bellucci
Sabrina Impacciatore
Valerio Mastandrea
Francesca Inaudi
Productores: Marco Chimenz
Gianni Nunnari
Giovanni Stabilini
Riccardo Tozzi
Fotografía: Alessandro Pesci
Música: Juan Bardem
Paolo Buonvino
Montaje: Cecilia Zanuso
Nacionalidad: Italia
España
Francia
Año: 2.006
Duración: 110 minutos
Edad: Todos los Públicos
Género: Comedia, Histórica, Bélica
Distribuidora: Zeta Audiovisual, S. A.
Estreno: 07-08-2.009
DVD Alquiler: 23-12-2.009
DVD Venta: 24-02-2.010
Página WEB: Ficha completa en IMDb
Web Oficial de la película en Italia
Web Oficial de la distribuidora en España
Tráiler de la película en YouTube
Calificación:
Crítica: 5,453 Espectadores: 8.028
Vizcaya: 5,787 Recaudación: 47.621,30 €
España: Puntos (Popularidad):
Rugoleor: Ratio de popularidad:
Sinopsis:
En 1.814 Napoleón llega desterrado a la isla de Elba, acogido por el entusiasmo exaltado del pueblo y de las personalidades locales. Pero hay alguien que no lo celebra: el joven Martino Papucci, hijo de una familia de comerciantes de Portoferraio, maestro idealista y libertario, joven poeta y amante libertino de la bella y madura Baronesa Emilia. Martino detesta al ex Emperador y sueña todas las noches con matarlo, para vengar a los ideales revolucionarios traicionados y a los muchos jóvenes mandados a masacrarse sobre los campos de batalla de toda Europa; de este modo cuando le ofrecen ser escribano y bibliotecario del nuevo Rey de Elba, acepta, con la intención de cumplir por fin el delito para el que se siente predestinado. Pero se revela más complicada de lo previsto: aburrido en el destierro, Bonaparte se divierte irritando a aquel mancebo revolucionario, del que probablemente, ha percibido enseguida la hostilidad, mostrándose como un héroe patéticamente en el ocaso, que ya está derrotado, cansado y arrepentido.
Curiosamente, coincidió en cartelera con “Mein Führer” la visión desmitificadora de otro tirano con quien Hitler ha sido a menudo comparado, Napoleón (Daniel Auteuil). Como en la parodia de Levy, también aparece en este film de Paolo Virzì un personaje (Elio Germano) que actúa de contrapunto, acariciando incluso la idea de matar al depuesto emperador cuando es contratado para ayudarle en tareas de escribano. Monica Bellucci aporta la necesaria sensualidad a esta cinta italiana.
Crítica:
11.08.2009 – ANTON MERIKAETXEBARRIA
Delirios de grandeza
Disfrutable comedia histórica italiana, protagonizada por ese gabacho de pro que fue Napoleón Bonaparte, confinado en la isla de Elba, cuando su estrella se apagaba irremisiblemente. Porque la acción de “Napoleón y yo” se sitúa en 1.814, en su destierro a 20 kilómetros de la costa italiana, donde, tras abdicar, siguió manteniendo su título de emperador, pero restringiendo su imperio a dicha isla. Así que el ambicioso 'monarca iluminado' vio cercenados sus delirios de grandeza, a pesar de que regresó a su país, para hundirse de forma definitiva. En la película le vemos enfrentado a un idealista profesor, dispuesto a tomarse la justicia por su mano y atentar contra su vida.
Sin embargo, queda perfectamente delimitado desde un principio el tono relajado y hasta chispeante con el que se aborda este presunto magnicidio, sin caer en ningún momento en la brocha gorda, manteniendo en todo instante una distinción y un saber hacer, que realzan la ya de por sí estimable película del ignoto realizador de Livorno Paolo Virzi. Desde luego, no esperen encontrar aquí el típico cine histórico a la inglesa, tan engolado y exquisito, puesto de lo que se trata es de relatar con malévola picardía y de la manera más amable posible, una insólita relación amor-odio, entre un emperador y su escribano, sin más alharacas que las exigibles al caso.
Personajes encarnados de forma multifacética por el versátil actor francés Daniel Auteuil, hondamente irónico y humano en la encarnación del “Gran Corso” o el “Pequeño Cabo”, como prefieran, secundado con toda propiedad por el comediante italiano Elio Germano, en un trabajo actoral a la defensiva, muy medido y matizado, así como de la exuberante Monica Bellucci, convertida en una aristócrata italiana como mandan los cánones. En resumidas cuentas, una respetable película desmitificadora, estrenada con incomprensible retraso entre nosotros, dispuesta a demostrar que el cine italiano está vivito y coleando.