Revista Vino
Ester Nin es una enóloga de prestigio merecido. Ha trabajado en algunas bodegas importantes y conoce sus viñedos al dedillo. Labró su fama (me la juego escribiendo esto porque, por su manera de ser, no le gustará verse asociada a esta palabra: pero ella es una de las mujeres importantes en el mundo del vino) con uno de los Priorats de referencia: Clos Erasmus y Laurel, de Daphne Glorian. Pero es en el proyecto común que tiene con su compañero, Carles Ortiz (escalador de vocación, que cambió el respeto atávico de los escaladores hacia la montaña por otro igual de intenso, el del agricultor ante la tierra que cultiva) en Porrera, donde puedo percibir en profundidad el auténtico potencial de la pareja y de su pequeña bodega: apenas 12 mil botellas de sus dos vinos prioratinos, Planetes de Nin y Nit de Nin (también existe un prometedor blanco del Pla de Manlleu, donde están las raíces de Ester, Selma de Nin, apenas 300 botellas en la añada 2009, con marsanne, roussanne y viognier).
Son gente especial, muy sensible y dedicada por completo a sus tierras y a sus vinos. No hay tantos como ellos. Todos se dedican, por supuesto, pero yo veo concentración, de cuerpo y alma, puestas al servicio de lo que hacen con sus viñedos, sus vinos y sus pocas botellas. Tienen, además, una vocación por completo biodinámica. Ellos hacen su compost, ellos (con la ayuda de Jordi Querol, que es el especialista que está detrás de algunas interesantes bodegas biodinámicas del país: visitad esta web y os daréis cuenta del potencial que aporta Jordi a sus proyectos) hacen todos los tratamientos, ellos labran con dos machos sus tierras, ellos están encima del cuidado que unos viñedos así cultivados requiere. Cuando alguno de sus más o menos cercanos vecinos de apenas ha hecho una pasada por la viña, ellos ya llevan cuatro y están al quite de si el viento, que ha soplado fuerte los últimos días, ha provocado mucho roce entre las hojas; de si los primeros hongos aparecerán a la que suba dos días seguidos la temperatura, etc. ¿Todo el mundo hace lo mismo? Sí, pero yo veo una actitud especial en ellos.
Porque tienen un tesoro, además del talento para hacer vino y de la predisposición a escuchar a la tierra y saber qué les pide en cada momento. Son sus cepas, que están en alguno de los viñedos de mayor prestigio y fama de la DOQ Priorat: su cariñena (que es el armazón con que se construye el Nit de Nin) procede desde 2011 del Mas del Caçador (foto superior), en el límite entre Porrera y Gratallops, con una orientación noreste y noroeste. Mas del Caçador es, sin más, una de las esencias del sabor del vino del Priorat. Y el Nit de Nin 2011 de esta bodega es uno de los vinos más finos, directos, amables y, al tiempo, concentrados, que he probado yo en el Priorat. El Planetes de Nin 2011 (de garnacha y cariñena de un viñedo joven que plantaron ellos mismos hace apenas seis años, foto inferior: lo que darán estas cepas con los años…) es más fragante, más voluptuoso y atrevido, fresco y arrogante, llamativo. Diría que el Planetes es más báquico mientras que el Nit es más apolíneo y misterioso: Delfos coronado de violetas al habla. Mucho placer en sus nuevos vinos del 2011: entraron grandes tinos de madera en la bodega, se vendimió por primera vez para ellos Mas del Caçador, la viña joven del Planetes está muy bien planteada y orientada en cada variedad… Y lo mejor está por venir: en el momento en que puedan ensamblar la fruta que ya tienen con la del viñedo de la Coma d’en Romeu (nada que ver con la marca de otro vino prioratino), un viñedo de garnacha de 70 años entre Porrera y Torroja (orientación más suroeste), que acaban de arrendar por 20 años, Nin-Ortiz estarán en lo más alto de la DOQ Priorat.