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No me olvides

Publicado el 08 marzo 2020 por Claudia_paperblog

Odio los domingos desde que no estás en ellos. Me entristecen, me aburren, me parecen el peor día de la semana. Son tan rutinarios… Cuando acabamos una partida en casa de la yaya que se nos hace eterna, tengo que mirar por la ventana para que no me vean los ojos llorosos. Me duele la cabeza y decido bajar andando para que me dé el aire.

Al despedirnos, la yaya me pregunta si estoy mejor y lo único que puedo hacer es encogerme de hombros porque si hablo, empiezo a llorar, lo sé, se nota en el nudo en la garganta.

No me olvides

Un domingo en I. es muy deprimente. Mientras camino, intento no tener pensamientos negativos. Lo he leído en la revista de la yaya, que hoy me olía a canela. Me centro en la respiración, en los pasos que doy, en los sonidos que escucho: pájaros, motores de coche, una avioneta. Por mi mente se pasan las palabras que ahora escribo. Miro mucho más el móvil ahora, aunque no espero que me escribas, solamente espero noticias de amigos. Debo admitir que a veces también miro si estás conectado, pero debería dejar de hacerlo.

En un edificio con oficinas, veo dos placas diferentes. En el primer piso, una empresa de autobuses; en el segundo, un fotógrafo, Balcells.

Al ir hacia I., mi padre y yo hemos hablado bien poco. Él es muy callado, pero ha tenido que ser el que ha guiado la conversación. Yo le contestaba con monosílabos más bien. Hablamos del primo Víctor, que le debe mucho dinero a su padre, del circo que han montado en el pueblo y de mi madre, que sigue con dolor de espalda. Le quiero. Quiero a toda mi familia aunque a veces no les soporte. Creo que él es quien más preocupado está por mí. Igual que fue quien más se preocupó cuando le dije que habíamos empezado a salir.

Me habría gustado ir a la manifestación, pero todas mis amigas estaban fuera. Podría haber ido con Marc, pero no he tenido la fuerza suficiente como para coger el móvil y escribirle, he preferido estar sola y “rayarme” como él dice. “Deberías mantenerte ocupada para distraerte”, me dice, “aunque yo soy partidario de rayarme”. Sus consejos me desconciertan. Entonces siento que me estoy fallando, que nos estoy fallando, que mi deber sería estar allí con el resto de mujeres, pero hoy no puedo.

Bajo una rampa y pienso en aquello que me dijiste: “No me gusto”. No me dijiste que no te gustaras conmigo o que yo te hubiera cambiado, me dijiste que no te gustabas. Quiero estar a tu lado y apoyarte, pero tienes que dejarte ayudar.

Cuando llego al parking donde una vez hablamos tan serios, me siento en un banco al sol, frente a una plazuela con un olivo. El sol dura bien poco y enseguida lo tapan las nubes. Pienso mucho,y lloro cuando no pasa nadie cerca. Pienso en que aquella conversación la tuvimos en diciembre. Pienso que no seré capaz de aguantar dos semanas iguales a esta. Estoy en una especie de bucle de autocompasión. Al menos, soy consciente de ello, así que ya acabaré saliendo, pero veo que no tengo muchos hobbies. Me gusta salir de fiesta, probar restaurantes nuevos, ir a hacer excursiones, leer, viajar, pero no ocupo ninguna tarde en ir a bailar o al gimnasio o a piscina o a un club de lectura, con lo cual, no hago cosas por mí misma la mayoría de veces, sino que necesito otra gente.

Me giro y mis ojos se cruzan con los de un adolescente que me mira desde un balcón. Me pregunto qué habrá pensado de mí, si le habré dado pena o tal vez ni se ha dado cuenta de que he llorado un poco.

No me olvides

Me levanto con rapidez y prosigo el camino de vuelta a casa. Al lado, la Peña Bética ha organizado una fiesta con barbacoa y todos llevan una cerveza en la mano.

En la cena de ayer, todos estaban agobiados por el trabajo. Ana y Cris se van a pedir una reducción de jornada porque no pueden más, Belén ha dejado las clases particulares que estaba dando, Dani está muy agobiado con los trabajos de la uni, la hermana de Isa se ha tenido que coger la baja por un ataque de ansiedad.

Me pregunto mil cosas. Si habrás cocinado a la hora de comer o solamente te habrás hecho una pizza o algo envasado. Si estarás pensando en mí igual que yo pienso en ti. Si habrás ido a la manifestación o a dar una vuelta. Incluso pienso que Víctor te ha llamado y habéis quedado y por eso no me escribe. Si le contestas a tu madre. Si descansas por las noches o tienes dos marcas marrones debajo de los ojos, como yo. Me pregunto si has llorado porque, si no lo has hecho, te lo sigues guardando todo. Si habrás hablado con Flo o con Santiago. Si seguirás leyendo este blog.

No me olvides, te dije la última vez que nos vimos y tú me dijiste que no lo harías, que eso era imposible. Cumple tu promesa, por favor.


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