Revista Arte
Noise box, concierto en la sala maravillas de madrid: la épica de las tormentas
Por Asilgab @asilgabEn una sociedad tan pacata y escasa en ideales como en la que vivimos en la actualidad, no está demás que, de vez en cuando, nos recuerden que todavía merece la pena luchar por aquello en lo que se cree. De ahí que, en nuestro día a día, deberíamos de ser capaces de mirar a la línea del horizonte como mejor ejemplo y reto a la hora de llegar a donde en verdad queremos ir, por imposible que se nos antoje ese lugar que nadie más que uno mismo conoce. Menos mal que, fuera de la rutina diaria, aún nos quedan muchas metas por conquistar y, en este sentido, el valor de la épica a la hora de reivindicar nuestros deseos sea único. No está de más, recordar que la épica es un relato literario en el que se nos narran las hazañas de los héroes que representan ese tipo de ideales que nos mueven a la largo de nuestras vidas y, que si lo aplicásemos al mundo de la música, grupos como los murcianos Noise Box serían un magnífico ejemplo de ello, pues su música es una extraordinaria caja de resonancias musicales que convierten a sus canciones en lo que podríamos denominar como la épica de las tormentas, pues su solvencia es la misma a la hora de arrancar un concierto con canciones tan envolventes, magnéticas y demoledoras (en su intensidad) como Transit, como cuando las cuerdas de sus guitarras aterrizan en un territorio power-pop intenso, y casi lírico, como cuando interpretaron Magic, donde las notas de su música fueron como las ráfagas de un viento de finales de verano, por lo insinuantes que nos resultaron. En este sentido, se nota y mucho el recorrido que el grupo ha hecho este año presentado por toda España su último trabajo: Every picture of you is when you were younger, y su paso por alguno de los festivales patrios de este verano. Así, al menos, lo atestiguan temas como She was daydreaming, donde la hipnosis que bebe del pop inglés más atmosférico de los años 80 nos hace viajar en el tiempo de una forma prodigiosa. Durante su ejecución, Noise Box se adentra en una cueva donde sólo brillan los enigmas cargados de energía positiva, igual que los destellos de amor que se cuelanpor las grietas de nuestros corazones. Notas envolventes que nos transmiten la furia de los días sin sol y, en los que el grupo murciano, busca nuevos horizontes y los encuentra. Algo similar les ocurre cuando interpretan medios tiempos portentosos como Broken teeth, una canción cargada de energía positiva y que, nos demuestra que lo de menos es no llevar nada en los bolsillos, pues los reflejos de vida que los murcianos nos retratan sólo respiran buenos deseos bajo la luminosidad de unas guitarras al servicio de una potente melodía que fluctúa entre destellos que nos retratan el día a día.
Noise box entremezcla la tersura de sus canciones más luminosas con la fuerza de sus composiciones más oscuras que denotan una clara influencia británica; una influencia esta última muy presente en Desintegrating landscapes, un tema que nos hizo revivir momentos mágicos, pues fueron capaces de atrapar nuestros sentidos a través de una atmosfera oscura que también rompe en un vertiginoso espejo de sonidos prófugos del mal. Lo que de una forma apabullante ocurrió cuando sonó My evil twin, ejecutado con un ritmo que penetró hasta el último rincón de nuestros sentidos mediante guitarras estremecedoras que fueron capaces de sustentar la melodía como pocas veces hemos visto, lo que nos traslada a la esencia de una música que no necesita de ningún adjetivo que la manche. Con Dunes and trees regresó la calma al escenario, lo que de nuevo nos dejó con esa sensación de sensibilidad rítmica con la que también e identifica a las canciones de Noise Box (una suerte de The Smashing Pumpkins a la española), que se desplazan con total libertad por los ritmos que marcan. En Another you siguen manteniendo la intensidad de la melodía; un tema que también se reserva un lugar es esa especie de olimpo sonoro donde anidan la armonía y la verdad. Con Someone pay the ransom sube el ritmo hasta llegar a ese determinante zigzagueo sonoro que los identifica, lo que continúa con The weight of lightigual que si siguiésemos en una nube con secuencias sonoras de ciencia ficción y, que sin interrupción, nos deposita en el potente bajo con el que se abre Run; un tema anclado en un pop más oscuro con un final espectacular.
Jesús Cobarro (cantante y guitarra), Bienve Campoy (guitarra), Helios Sánchez (bajo), Luis Pastor (teclados y sintetizadores) y Alejandro Dumas (batería), es decir, Noise Box, cerraron su concierto en la Salas Maravillas de Madrid con Big boy, tema que fuera su primer sencillo de su último trabajo, y lo hicieron como el resto del concierto al más puro estilo power-pop que acabó con un final pleno de ritmo y un grito desgarrador de Jesús Cobarro que, de algún modo, nos anunciaba la épica de las tormentas.
Ángel Silvelo Gabriel.
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