Fukuyama tenía razón: hemos alcanzado el fin de la historia, la civilización occidental está agotada y nada tiene que ofrecer salvo artículos de consumo, ni sus ciudadanos otra alternativa que suscribirse a canales televisivos de pago o peregrinar a las áreas comerciales para combatir el aburrimiento. Es lo que nos cuenta "Las partículas elementales" de Michel Houllebecq y también Oskar Roehler. La clave está en uno de los poemas que Houellebecq publicó cuando aún no era nadie: "Toda sociedad tiene sus puntos débiles, sus llagas. Meted el dedo en la llaga y apretad bien fuerte (...) Hablad de la muerte y del olvido (...) Sed abyectos: seréis verdaderos." Hoy ,martes, novela de cine.
DE QUÉ VA
Narra el improbable nudo que unirá los destinos de dos hermanastros: Michel, prestigioso investigador en biología, especie de monje científico que a los cuarenta años ha renunciado a su sexualidad y sólo pasea para ir hasta el supermercado; y Bruno, también cuarentón, profesor de literatura, obsesionado por el sexo, consumidor de pornografía, misógino, racista, un virtuoso del resentimiento. Encarnación consumada, en fin, de una sociedad en que la velocidad del placer no deja tiempo al nacimiento del deseo. Ambos han sido abandonados por una madre que prefirió una comunidad hippie en California a cualquier otro empeño.
LA NOVELA
Considerado el mejor libro francés de 1998 por la revista Lire y galardonada con el Prix Novembre, "Las partículas elementales" fue el máximo fenómeno editorial francés de 1998, y la crítica se deshizo en elogios para este nuevo Aldous Huxley el de "Un mundo feliz" o para esta nueva versión de "La montaña mágica" de Thomas Mann, autores con los que fue comparado. En "Las partículas elementales" toma forma definitiva el ataque frontal contra los protagonistas del 68, muchos de los cuales dominan hoy, desde todos los poderes político, económico, periodístico, el destino de Francia. El humor de Houellebecq está más cerca de la risa desesperada que del fugacísimo regocijo del chiste. La novela, ambientada en el estricto presente, sucede como si las más pesadillescas parábolas de Kafka ya se hubieran hecho realidad, sin que nadie se haya dado cuenta.
EL AUTOR: MICHEL HOULLEBECQ
Hijo de padres atípicos que, al parecer, se desentendieron de él desde muy pequeño, pasó su infancia y adolescencia con su abuela paterna, de la cual adoptó su apellido como pseudónimo. De este hecho biográfico nacen algunos de sus temas recurrentes en su obra, como su fijación en las miserias afectivas del hombre contemporáneo.
Con la publicación en 1994 de "Extension du domaine de la lutte", que se llegó a comparar con El extranjero de Camus, pasó del anonimato total a convertirse, gracias exclusivamente al boca a boca, en autor de uno de los libros más vendidos del año. La obra fue traducida a numerosas lenguas (entre ellas el español, con el título Ampliación del campo de batalla) y le dio a conocer al gran público. Algunos críticos, cogidos a contrapié, creyeron que su éxito sería flor de un día, pero ese vaticinio se disipó de golpe con la publicación de su segunda novela, Las Partículas élémentales" novela que junto a "Plataforma" se convirtieron en hitos de la nueva narrativa francesa de finales del siglo XX y comienzos del XXI. Ambas le otorgaron cierta consideración literaria pero también dieron lugar al llamado «fenómeno Houellebecq», que provocó numerosos y apasionados debates en la prensa internacional.
Sus obras y opiniones, muy críticas con el pensamiento políticamente correcto y con los restos de mayo del 68, le pusieron en el punto de mira de algunos medios, que lo acusaron de misógino, decadente y reaccionario, lo cual sólo hizo que aumentaran su popularidad y sus ventas. Por si fueran pocos los reproches, debido a algún pasaje de Plataforma, donde aparece el tema del terrorismo islamista, se le sumó el de "islamófobo". Como no se puede denunciar a nadie por lo que opine un personaje de ficción, la oportunidad para sus detractores vino a raíz de una entrevista en la revista literaria Lire, publicada en septiembre de 2001, en las que afirmó que «la religión más idiota del mundo es el Islam» y que «cuando lees el Corán se te cae el alma a los pies». Fue entonces denunciado por varias agrupaciones islámicas y de derechos humanos por "injuria racial" e "incitación al odio religioso". El juicio, celebrado en París en octubre de 2002, dividió a la comunidad intelectual internacional entre defensores y detractores de la libertad de expresión, que recordó al caso Rushdie. Fue absuelto de todos los cargos: el juez argumentó en la sentencia que las críticas a la religión son perfectamente legítimas en un Estado laico.
Adorado por sus incondicionales (Fernando Arrabal le considera el mejor escritor francés vivo) y denostado como pornógrafo, misógino y racista por sus variados oponentes (desde puritanos religiosos a notables izquierdistas), sus libros copan los suplementos literarios, las reediciones se suceden y se traducen a numerosas lenguas.
A causa de la presión mediática, dejó Francia y vivió en Irlanda durante algunos años. Después se instaló en el sur de España, en el Cabo de Gata (Almería), donde reside actualmente.
LA PELÍCULA
"Reducir el mundo simbólico y ácidamente crítico, de ideas, opiniones y visiones del escritor francés a un argumento manejable, a personajes y situaciones inteligibles para el espectador debería ser una pesadilla, pero Roheler consigue una aproximación inteligente y eficaz al libro, convirtiendo una novela de ideas, en la tradición de Voltaire, en un melodrama existencial, negro (incluso negrísimo), que refleja bien el pesimismo del escritor, pero donde los personajes y sus vidas son lo que cuenta... Y lo que nos cuentan." (Jesús Palacios. Fotogramas).
ALGO ASÍ COMO
“Asfixia" + "Secretary"
EL DIRECTOR: OSKAR ROEHLER
Las relaciones humanas llevadas hasta la autodestrucción son el tema central de las películas del prestigioso director alemán, uno de los jóvenes realizadores alemanes más importantes del actual cine contemporáneo. Su trampolín definitivo a la fama fue "Las partículas elementales," sin embargo, en el 2000 ya ganó el Premio del Cine Alemán por una película muy extrema y personal, "Die Unberührbare" (Ningún sitio adonde ir).