Revista Cocina
Si existe una elaboración en nuestra pastelería (y cada vez más en la cocina), importante por su: rotundo sabor, textura, polivalencia, es sin lugar a duda el hojaldre. Sencillo en su elaboración, pero a su vez complejo, lo podemos encontrar en la confitería de los pueblos más pequeños y escondidos, hasta en las mesas de los restaurantes más prestigiosos del país.Dulce, salado, relleno; su maridaje es siempre idóneo con todo, acompaña, con toda dignidad, al chocolate, se integra, de igual modo, con el bechamel, el pisto, el queso, la carne, el pescado, la fruta..etc, ¿que masa elaborada puede ofrecer semejante curriculum?.Una sencilla composición, consistente en harina, agua, sal, junto grasa de origen animal (manteca, mantequilla, o de origen vegetal (margarina), y un trabajo adecuado, permite ofrecernos semejante manjar. La materia grasa, en mayor o menor medida, respecto a la harina, determina, junto con las necesarias vueltas, que el resultado, sea 'flor de hojaldre', tres cuartos o medio. Las veces que éste se dobla, se estira, se vuelve a doblar y se vuelve a estirar, permite que el resultado de las hojas sea de mayor o menor calidad.De origen árabe, la pastelería francesa lo desarrolla y lo divulga, desde hace siglos, una muestra es el vol-au-vent, conocido por nosotros como volován.En nuestro país, forma parte de los dulces tradicionales y más conocidos, como: las milhojas, las empanadas, las palmeras, las bayonesas...etc. En el norte de España, sobre todo, se elaboran, históricamente, dulces conocidos, con nombre propio: los Nicanores de Boñar, las Corbatas de Unquera, las Pantortillas de Reinosa, y al sur, los Miguelitos de la Roda....que no dejan ser hojaldres, con características propias, y peculiares. También lo encontramos entre los productos navideños, más en el sur del país, y, hoy, cada día con más frecuencia, en los fogones de nuestros mejores cocineros, el hojaldre forma parte de entradas, de los platos fuertes, y como no, de los postres.