Revista Ciencia

Ojo con el abrojo

Publicado el 08 enero 2016 por Acercaciencia @acercaciencia

Como todos saben, las plantas son organismos sésiles, no pueden desplazarse como lo hacemos nosotros. Durante su evolución han adquirido numerosas adaptaciones que les permiten subsistir a los cambios constantes de las condiciones ambientales, a tal punto que actualmente colonizan gran parte del territorio terrestre del planeta. Por ejemplo, una de las grandes limitaciones de las plantas es la escasez de agua, por lo que tienen órganos especializados en la captura de la misma, o características morfológicas que evitan la pérdida excesiva del agua captada.

Créditos Plant Image Library / Flickr.

Créditos: Plant Image Library / Flickr.

Otra curiosidad de las plantas es que muchas de sus adaptaciones están relacionadas con la correcta generación de progenie, y con lograr llegar a lugares remotos, dispersarse y colonizar nuevos territorios. Para ello varias plantas han adquirido estructuras especializadas que permiten esa dispersión. Por ejemplo, los frutos carnosos con semilla como las manzanas o cerezas, son sabrosos no sólo para nosotros, sino también para muchos otros animales. Estos frutos pueden ser comidos por los animales y, al defecar en un lugar más lejano, dejan distantes las semillas, favoreciendo así la dispersión. Otros frutos aprovechan la fuerza del viento para recorrer kilómetros, así son impulsados por el mismo, llevando consigo la semilla que dará lugar a una nueva planta, distante de la planta madre. Un ejemplo claro es el del fruto del diente de león o achicoria amarga (Taraxacum officinale), que en su extremo posee un penacho de pelos, que le permite ser impulsado por el viento.

Georges de Mestral y su perro . Tomado de mosafilm.de.

Georges de Mestral y su perro (Tomado de mosafilm.de).

Podríamos nombrar centenares de ejemplos diversos de estructuras especializadas en la dispersión, sin embargo, varias especies de plantas de la familia Asteraceae merecen este artículo. Una muy conocida es llamada vulgarmente abrojo (Xanthium spinosum), cuyo fruto contiene pequeños ganchos que permiten amarrarse al pelaje de los animales, y mediante ellos recorrer largas distancias. Cuenta la anécdota, que en 1941 el suizo Georges de Mestral (19 de junio de 1907 – 8 de febrero de 1990) decidió salir a cazar con su perro por los campos cercanos de donde vivía. Cuando regresó a su casa encontró frutos de los cardos Arctium lappa y Arctium minus adheridas a su ropa y al pelaje de su perro.

Arctium lappa. Creditos: Christian Fischer / commons.wikimedia.org.

Arctium lappa. Créditos: Christian Fischer / commons.wikimedia.org.

Al observar en un microscopio las puntas de esos frutos secos, visualizó que terminaban con una estructura en forma de garfio, que se enganchaban en el tramado de la tela de su pantalón o de los pelos de su perro. De esta manera, se le ocurrió usar esa estrategia evolutiva de dispersión de semillas para generar un bien para nosotros. Creó dos cintas, una forrada de pequeños ganchos, similares a los presentes en los frutos de Arctium lappa, y otra similar a un pelaje o a la tela. Ambas cintas se adhieren al estar en contacto, permitiendo generar un cierre resistente y reversible. Decidió denominarlo VELCRO®, debido a las palabras francesas velours (terciopelo) y crochet (ganchillo).

A la derecha una pieza de VELCRO® (créditos: Andrew Magill / Flickr) y a la izquierda su microfotografía (créditos: Tracy Anderson / Nikonsmallworld.com).

A la derecha una pieza de VELCRO® (créditos: Andrew Magill / Flickr) y a la izquierda, su microfotografía (créditos: Tracy Anderson / Nikonsmallworld.com).

Aunque esta estrategia de cierre fue inventada en 1941, recién en 1951 Georges de Mestral presentó los documentos para patentar su idea. Cuatro años después, en 1955, el invento fue finalmente aprobado. Hoy en día, 60 años más tarde, si recorremos nuestros hogares, encontraremos VELCRO® en prendas de vestir, en herramientas, juguetes, cortinas, y otros objetos de uso común. Incluso, la NASA ha utilizado este sistema en sus trajes espaciales.

Una vez más, podemos asegurar que la naturaleza además de bella es muy sabia, simplemente tenemos que sentarnos a admirarla y tomar ideas de las adaptaciones adquiridas en millones de años de evolución…

Fuentes y bibliografía consultadas:

Web www.kidshoeology.com 
Web www.velcro.es 
National Inventors Hall of Fame 
Web www.swissinfo.ch 
Evert, Ray F. Esau´s Plant Anatomy. Third edition. John Wiley & Sons, Inc.

Ojo con el abrojo
por Martín Alejadro Mecchia

Doctor en Ciencias Biológicas. Investigador y docente interesado en la divulgación científica. Apasionado por las plantas, mis proyectos de investigación siempre se enfocaron en ellas. Observador de la naturaleza, con hincapié en los mecanismos evolutivos de las especies.
@MartinAle1981

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