Revista Sociedad

Orotava Road

Publicado el 08 septiembre 2012 por Siempreenmedio @Siempreblog

Hace algún tiempo, entre bromas y alguna copa de más, hablábamos de la coincidencia que se solía producir, cada vez que siempre, en cualquier lugar del mundo al que fuéramos, era muy probable que nos encontráramos con un vecino nuestro, de La Orotava.

Y a ese fenómeno lo llamamos Orotava Road: La circunstancia surreal de encontrarnos con alguien de nuestro pueblo en cualquier recodo de Central Park, como le pasó a aquel amigo que mientras pedía un perrito caliente (de esos que hay que pedir en Nueva York, porque si no no has ido) alguien gritó: “¡chacho! échale bastante cebolla a ese, que a él le gusta! ” y cuando se dio vuelta alarmado por el grito se vio al vecino de… precisamente la Candelaria del Lomo.

No es broma. Aparecen en cualquier lado. En las revistas del corazón hace poco salió uno de los rosqueteros para recordarle a toda España que la Calle Nueva tenía representación en la prensa del corazón y en las altas esferas de la televisión nacional; o en un instituto de investigación del Sol de la red Gong en el corazón de los EEUU había una chica de la Cruz de las Cebollas, o cómo Emilio Luque salió en Canarios por el Mundo, y parecía todo menos canario, aunque cualquiera que lo hubiera visto se habría dado cuenta que es de la Calle del Agua; o Maxi el de la Calle del Calvario que salió en Españoles por el Mundo tocando en su Orchestra Chamber en Edimburgo, creo. O hasta Toñito, un pibe al que le dábamos diez duros para que nos recogiera los balones que se nos caían por fuera del polideportivo de la Barriada de San Antonio, hablando de la tristeza de Cristiano Ronaldo (nada menos), y que fue estrella del fútbol portugués.

Orotava Road

Foto: Juan Manuel Hernández

Foto: Juan Manuel Hernández

Hace unos días fuimos un grupito a caminar a La Caldera de Taburiente, en La Palma. Dos días impresionantes de convivencia y senderismo. Y cuando estábamos en el aeropuerto, uno de nosotros dijo: “pues mira qué cosa, tres días aquí y no hemos visto a nadie de la Villa”.

Sentados ya en el avión habló el comandante del aeronave. Saludó a los pasajeros. Nos sonó su voz, y cuando se entreabrió la puerta de la cabina lo vimos, era Óscar, uno de la Villa de Arriba.

Orotava Road, again.


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