Revista Cultura y Ocio
Abandonaron el rebaño de borregas,
se echaron al monte
pertrechadas de dientes y coces,
asaltaron a los pastores,
a topetazos quebraron sus cayados,
se orinaron en sus zamarras.
Amorradas en la tenada, las blancas
se miraban con ojos acuosos y esféricos,
rumiaban, eructaban y defecaban.
No entendían a las partisanas lanares
mientras las llevaban a esquilar.