Revista Cultura y Ocio

Palabra, Raíz hundida

Publicado el 06 agosto 2019 por Zeuxis

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Palabra, raíz hundida

Gabriel Arturo Castro
Rosa Blindada Ediciones, Cali, 2018
Quizá uno de los hechos fundamentales de la poesía consista en esa eficacia de trasmitir emociones bajo un lenguaje estético contundente, impactante. Más allá de este artilugio, el poeta oficia revelaciones, produce, finalmente, un goce en el lector. Esto debería establecer siempre la poesía, que la percepción subjetiva estuviera limitada a la felicidad, pero hay poetas que trasmiten incertidumbre, sospecha. Dicha vacilación se remite al sentido abstracto con el que tratan a la palabra en relación con la realidad.  En el libro de Castro asistimos a este acontecimiento. Su poemario es un alegato lúcido sobre el lenguaje, sobre la palabra misma que nombra y desgasta, que limita y nos deja en el abismo del no poder decir.
En uno de sus más reveladores ensayos, Walter Benjamin, define una circunstancia ineludible y maravillosa sobre el lenguaje. Nos habla de esa comunicación de contenidos espirituales que tienen  todas las cosas. Con esta premisa logra mostrarnos que cada objeto en el universo tiene su propio lenguaje y, que siendo no verbal, o sea, careciendo de la forma lingüística, el sonido o la voz fonética, logra su particular comunicación de lo que es. El individuo intuye esto y gracias a su capacidad de crear un lenguaje verbal, le da voz a la mudez. Las cosas comienzan  a expresarse a través de la palabra. Dice Benajmin que el lenguaje humano se inventó para redimir el lenguaje natural de las cosas, sin embargo, el hombre, perdió el sentido cuando comenzó a crear un lenguaje abstracto sobre las cosas, cuando se preguntó y creó juicios sobre las cosas.
Para él, entonces, el verdadero pecado original de la humanidad, se dio cuando esta dejó de expresar la entidad espiritual que comunicaban las cosas para pasar a ese mecanismo artificial de dar significados abstractos a aquello que la palabra había logrado en su mimesis con los objetos. Gabriel Arturo Castro indaga sobre este pecado; cada poema es una denuncia a la palabra que fue abandonada, vaticinador de la oscuridad, Gabriel investiga sobre cuándo el hombre perdió el asombro por la palabra esencial y afirma que estamos en una era donde “Asistimos a la agonía de la palabra”.  El poeta, escéptico en suma, va más allá de Benjamín y sentencia lo inevitable: “Ahora decimos pero no predecimos. / Y quedamos a la intemperie”.
En este poemario, pensante e impuesto al desespero, se puede descubrir la gran hazaña del poeta. Aquella que hizo de Hölderlin el gran revelador al decir que el lenguaje es “el más peligroso de los bienes”. En Gabriel Arturo Castro este peligro al fin nos hinca el diente. Para el poeta la humanidad está asistiendo a la época donde la “escritura atrae todas las edades tras de ella” y por eso se atreve a concluir que hoy por hoy “las palabras son nudos sin descanso / y la poesía, abrazo oscuro, palabra que sangra  / (…) infinito aplazamiento de la muerte”.
La esperanza se refugia en lo imposible” y “la poesía sale del infierno”. Estamos perdidos.

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