Palo Cortado Leonor
Palomino 100%
20% Vol.
Bodega González Byass
D.O. Jerez
De vez en cuando, aunque sólo sea de vez en cuando, es de agradecer que surjan novedades incluso en una denominación de orígen tan aparentemente estática como la D.O. Jerez-Xeres-Sherry, y digo aparentemente estática, por que también es cierto que esta misma bodega, ya dio que hablar hace unos meses con su Tío Pepe en Rama, y la aparición de nuevas sacas del equipo navazos, la de la manzanilla La Sacristía AB, de Antonio Barbadillo Mateos, y ahora este Palo Cortado de González Byass, están haciendo que ya me esté arrepintiendo de haber elegido semejante calificativo para esta D.O.
Pero bueno, parece que hacía falta este palo cortado para completar una gama de vinos clásicos capitaneados por el Tío Pepe, y con el mismo estilo de botella.
Es un palo cortado de libro, de bellísimo color ámbar con reflejos anaranjados, muy elegante, en nariz es pura fragancia:frutos secos, notas como de naranja amarga, maderas nobles; es muy intenso, y en boca es eminentemente seco, potente, de larguísimo final. No es un vino muy viejo, tampoco lo necesita, tiene unos 14 años de crianza media en barrica de roble americano, la clásica barrica jerezana, y con el habitual sistema dinámico de las criaderas y soleras.
Decía antes que es un palo cortado de libro, por que - y esto no deja de sorprenderme - tiene la nariz punzante, entre salina y yodada de un buen amontillado, pero en boca tiene esa entrada rotunda voluminosa de los olorosos, con cuerpo.
Es un vino exquisito, elegantísimo. Estos vinos deberían consumirse sin necesidad de prescripción médica, a diario, a media tarde, con unas almendritas saladas... o a media mañana a palo seco, nunca mejor dicho.
Sobre la bodega no voy a contar nada, por raro que parezca en mí, que no se sepa ya de González Byass. Con 175 años de historia y siendo una de las bodegas más visitadas del mundo, si no la primera, es un auténtico gustazo pasear por los alrededores del Alcázar, a falta de Vinoble, en estos meses post-vendimia, llegar a algún tabanco, de los pocos que quedan ya, y pedirte un palo cortado. Nadie te mira raro.