Revista Cultura y Ocio

PAPEL DE BECEITE (Teruel), siglos XVIII y XIX

Publicado el 05 marzo 2017 por Susana Bolaños Pastor @sutobar

La fuerza de las aguas del rio Matarraña alimentó los molinos papeleros situados a lo largo de su cauce durante los siglos XVIII y XIX.

La calidad y pureza de su agua, utilizada tanto en el lavado de los pliegos como en la fermentado del papel contribuyó a la fabricación de un buen papel, considerado de una calidad superior a la media, que se caracterizó por su consistencia y opacidad, esta última característica conseguida mediante fórmulas secretas y guardadas por sus fabricantes.

Su decadencia comenzó a principios del siglo XIX, debido principalmente a la escasez de trapos y precariedad de las comunicaciones. Más adelante la fabricación del papel continuo, que llega a España a mediados del siglo XIX, provocará el abandono paulatino de estos molinos, que no podían competir con este tipo de fabricación.

La comarca del Matarraña, junto Valencia, Cataluña y País vasco fueron centros papeleros de gran importancia desde mediados del siglo XVIII hasta principios del XIX. En la mayoría de los casos se aprovecha el curso de los ríos para obtener la fuerza motriz.

La monarquía española en el siglo XVIII impulsó la fabricación y la mejora de las técnicas de fabricación del papel, muestra de ello fueron las distintas Ordenanzas [1] y Reales Cédulas, algunas de las cuales prohibían la salida de materias primas y el pago de arancel al papel importado.

Se fabricó papel de barba, de estraza, papel de hilo, papel acuarela, pero destaca particularmente, la cartulina de naipes por su consistencia e intransparencia, razón por la que fue utilizado por Heraclio Fournier de Vitoria, a quién se vendió su patente en 1868. A partir de ese momento modificó el sistema de producción para hacerlo más económico.

Hasta prácticamente la desaparición de los molinos papeleros del Matarraña se fabricó el papel de forma artesanal, con inclusión de algunas mejoras como la pila holandesa, que comienza a utilizarse a finales del siglo XVIII o la máquina redonda o picardo a principios del XX, pero no pudo competir con la fabricación del papel continuo, que abarató y facilitó el trabajo pero con el que se perdió el carácter distintivo del papel de esta zona.

Entre nueve y doce fueron las fábricas de papel instaladas en la zona del Matarraña, algunas conocidas por los nombres de los dueños, a otras se les atribuyó el nombre de algún acontecimiento histórico o nombre popular y otras conocidas por su ubicación. Enumero a continuación algunas de ellas:

[1] NUEVO ÁBALOS, José Luis: Elenco de legislación papelera española de los siglos XVII y XVIII

Bibliografía:

  • LOZANO LÓPEZ, Juan Carlos: Las fábricas de papel de Beceite. En: Artigrama, núm. 14, 1999, 109-133 - I.S.S.N.: 0213-1498.
  • GABARDA SANTACRUZ, Anna: El papel: veintidós siglos de historia y ¿ni uno más?. Universitat Jaume I, 2014.

Para saber más:


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