París, al igual que otras grandes ciudades alimentadas por décadas de mito, siempre ha sido sensible al arte, ya sean los planos de los directores de la Nouvelle Vague o, como en el caso que nos ocupa, las ilustraciones de Werner Kruse, de pseudónimo Robinson, editado por Electa en un volumen de 64 páginas, gran formato e ideal para contentar tanto a los incondicionales de la obra del ilustrador alemán como los enamorados de la París de los sesenta, época escogida por Robinson para desarrollar su trabajo en blanco y negro.
En este “París trazo a trazo” encontramos panorámicas minuciosas, mucha arquitectura, lugares emblemáticos, escenas sociales y el romanticismo asociado a la capital francesa. Robinson es el rey del detalle, de la memoria fotográfica a vista de pájaro, una crónica veraz de una época a la que el tiempo no ha robado magia, productora de nostalgia y que deviene una de las mayores obras del artista en competencia con las ilustraciones presentadas en otro de sus aclamados volúmenes: New York trazo a trazo.
“París trazo a trazo” es una delicatesen de uno de los ilustradores más relevantes del siglo XX, de trazo y acabados reconocibles e indiscutibles en cuanto a maestría.