La película, muy previsible, no tiene secretos ni entresijos. Parker (Jason Statham) es un ladrón con unos códigos morales bastante especiales, un hombre de palabra. Ante un negocio pequeño llevado a cabo con unos compañeros, Parker es traicionado por sus amigos, por lo que se convierten en sus principales enemigos. Dado por muerto, consigue una nueva identidad para vengarse de ellos. Una inocente y atractiva agente inmobiliaria (Jennifer López) se cruza en el camino de Parker, que allana el camino para sorprender a sus nuevos rivales ante su próximo golpe.
Con algún toque de humor que intenta suavizar las permanentes y exageradas escenas de acción en la trama, la película destaca por el protagonismo infinito de Parker, el héroe que puede con todo y con todos. Statham se convierte en una especie de Bruce Willis, indestructible e impenetrable para sus rivales, duro y atractivo para la chica de turno. Jennifer López, por supuesto, usa su cuerpo como credencial fílmica, en un papel que no vendrá acompañado de grandes elogios. La tensión sexual entre ambos resulta evidente y, ante el más que probable final en la trama de acción, en la que la agente inmobiliaria se ve inmersa sin quererlo, solo resta saber si esa tensión será resuelta.La historia, desarrollada principalmente en la Miami más rica y ostentosa, no hace más que contar la aventura de un ladrón bueno ante los múltiples tiroteos, peleas y persecuciones tan vistas ya en la gran pantalla. Parker hace que el espectador salga del cine habiendo visto una película que los americanos hicieron y seguirán haciendo hasta que el cine deje de ser un negocio.