12ª ronda del Torneo Internacional de Zurich 1959: Fischer-Keres
Tras la derrota ante el GM yugoslavo Svetozar Gligoric a Bobby Fischer, a falta de cuatro rondas, le quedaba aún enfrentarse a los dos soviéticos del certamen,los súper-GM’s Paul Keres, de Estonia y Misha Tal (la entonces rutilante estrella del tablero) de Letonia.
Y justo fue en la siguiente ronda, donde se mediría ante Paul Keres, uno de los grandes maestros de la historia más fuerte, consistente y popular. Sus libros legados al mundo para siempre, son muy buenos!, en especial los que se reeditaron recientemente con el apoyo técnico del GM inglés John Nunn que indicó que nunca vió a un GM de ajedrez ser tan “honrado” analizando sus propias partidas (!?).Sería injusto olvidar que Paul Keres junto con Reuben Fine obtuvo el triunfo compartido en el gran Torneo A.V.R.O. de 1938 (mucho tiempo antes de que Bobby naciera), del que la editorial española Chessy, editó en el año 2008 en castellano el precioso libro del torneo, con análisis no sólo de los vencedores, sino también de Botvinnik, Alekhine (pronúnciese por cultura y en su honor, Aliejin), Reshevsky, Euwe, Capablanca, Flohr y Tartakower, tras un excelente trabajo de recopilación de Gulbat Toradze que logró reunir artículos de las revistas rusas “64” y Ajedrez en la U.R.S.S. . Ahí es nada!.El estallido de la II Guerra Mundial hizo que la auténtica gran oportunidad de Keres de ser campeón del mundo, quedase ya atrás.A partir de ahí siempre fue “segundo” clasificado en los momentos verdaderamente importantes, siendo conocido por todos como un “campeón mundial sin corona” (!?).
Lo que ocurrió en Zurich en aquella duodécima ronda fue relatado por Bobby Fischer en sus “60 partidas memorables” bajo el título de Larry Evans: CARNE Y PATATAS (!?).La “celebrada” victoria de Bobby, la primera sobre un fuerte ajedrecista soviético, le abrió las puertas del Olimpo ajedrecístico, pues comenzaría entonces a constituir, con solo 16 años, un serio rival a la hegemonía soviética. La partida no estuvo exenta de errores y terminó en un fantástico final, primero de “torres y alfiles del mismo color” y luego sólo de “alfiles”.Paul Keres, entonces con 43 años, terminó rindiéndose a los encantos del enfant terrible del ajedrez. Como era de esperar, esta partida no pudo pasar tampoco desapercibida para el gran Garry Kimovich Kaspárov que la comentó todavía más al milímetro, si cabe, en sus “geniales predecesores” (tomo IV).Como indicó Pablo Morán en su didáctico manual sobre Fischer (por lo ¡fácil! que resulta de leer) “la partida no fue un dechado de perfección, pero sí un magnífico ejemplo de la tenacidad y voluntad de vencer del entonces ajedrecista norteamericano”.“El cotejo fue maratoniano y reunió la brillante técnica del futuro campeón del mundo y su gran deseo de agradar por encima de todo. Keres era entonces un reputado teórico y experto en la Apertura Española y sin duda esta derrota para él constituyó otro tremendo drama en su carrera” (Dimitrie Bjelica). La importancia de lo que significa jugar bien el “final de partida” quedó patente en este encuentro que también analizaron Hübner, Barcza y Schiller, éste último, en su instructivo libro titulado “Learn from Bobby Fischer’s Greatest Games” – que explica con un montón de palabras las partidas del genio - .Ni que decir tiene que aparte del equipo soviético de Soloviev, este cotejo también fue analizado a la moda actual (con la ayuda de las computadoras) por Karsten Müller en su libro monográfico sobre todas las partidas de Fischer y por último ha aparecido como uno de los mejores (sobre todo por lo apasionante que resultó) finales de Fischer en el libro de Antonio Gude de la editorial “La Casa del Ajedrez” titulado “BOBBY FISCHER – Los mejores momentos del genio americano”.
Decir que me gustó mucho el análisis de Gude del final, porque supo aglutinar en buena medida las mejores opiniones de los expertos mencionados que trataron este “complejo” pero luchado final de partida y que en muchos casos no fueron capaces de ponerse de acuerdo (!?):